Exposición Ilusiones perdidas
Arturo Montoto
11.02.2023
Galería Artis 718
El 2022 terminó para Arturo Montoto con un presagio favorable. La exposición Kosmos inaugurada a finales de ese año, nos devolvió esos colores vivos en frutas tropicales y hortalizas, como escapadas de los bodegones típicos de su obra, ahora bañadas por una luz cenital y “ubicadas de manera tal que la visión del espectador las contraste en esos ángulos y esquinas”.
Ahora el año inicia y el Museum of Contemporary Art of the Americas (MOCAA) reeditó la muestra, incluyendo otras piezas de las series que representan esquinas o no lugares de la ciudad con la presencia de objetos varios, ahora bajo el título Manuscrito en una botella. En palabras al catálogo de esta exposición, Jorge Rodríguez Diez “R10”, director-curador y diseñador significaba: “(…) Quizás la obra de Montoto intente poner freno a ese desvarío y desde composiciones y estructuras discursivas aparentemente sencillas vuelva al instante basal donde coexisten realidades complementarias en un equilibrio perfecto. Es cuando echa a andar la complicación de la existencia. Sus piezas nos alertan, al menos a mí, del peligro de perder el centro y dejar de ver el sentido de ´la cosa´”.




Cuando uno ve ambas exposiciones, pensaría que todo en la obra de Montoto es así de colorido y lúdico, sin complicaciones existenciales, por decirlo de alguna forma. Pero obligatoriamente mi mente salta a la exposición Dark (2018) en Galería Taller Gorría, donde un conjunto de piezas oscuras, para nada en la línea de las antes mencionadas provocaban la siguiente reflexión de Jorge Mata: «Acostumbrados a sus coloridas pinturas, los espectadores recibieron con cierto asombro una selección de obras, entre esculturas y pinturas, en las cuales predomina el color negro. Envueltas en la oscuridad, las piezas no son un reflejo directo del estado de ánimo de su creador, como muchos pudieran pensar, sino un ejercicio consciente de provocación conceptual e intelectual. Arturo Montoto hace un viaje a los extremos opuestos de las representaciones pictóricas que le han hecho famoso, la migración se hace más evidente en la serie de lienzos expuestos.»
Es entonces que reparó en la actual exposición de galería Artis 718. “Ilusiones perdidas”, es un nuevo ejercicio de provocación conceptual e intelectual, para con el público nacional, que rehuye de cualquier facilísmo que puede imponer el mercado. Me permito afirmar esto cuando descubro que muchas de las piezas, ahora expuestas, son creadas desde años tan lejanos como 2005, 2008, 2010 y 2018, y luego transformadas por el artista en 2022. ¿Qué razones llevaron al Maestro Montoto a reintervenir esas obras a más de una década de creadas? Fue la pregunta que inmediatamente se posicionó mientras recorría la exposición.




Para intentar responderla, me apoyo en algunos fragmentos del texto de la reciente tesis de graduación en el ISA del artista Héctor Onel. Bajo el título de “La Repintura”, Héctor desde su investigación echa luces desde sus procesos creativos a fenómenos como el que ahora se evidencia en la obra de Montoto. Según Onel “repintar es una forma de actuar entendiendo la acción como parte fundamental de la pintura, la acción como movimiento físico y conceptual, como progresión y búsqueda constante.” Cuando Montoto modifica sus propias piezas, bajo el impulso o la emoción del momento que vive, o por el cambio de la idea original a partir del cambio de circunstancias, y accede ahora a exponerlas, se cumple eso descrito por el tesista de: “(la repintura) es un duelo cerrado donde el espectador asoma su cabeza cuando la batalla se detiene ante el agotamiento orgásmico que envuelve a los enfrentados: artista y obra”.
Varias de las piezas pude descubrirlas a propósito de visita al estudio de Montoto. Ahí, entre tantos procesos creativos a la vez, puedo asociar este resultado expositivo a una de las hipótesis de Héctor sobre la repintura:
“Es una zona autónoma de batallas internas (figurativas/conceptuales, pictóricas/performáticas) que se resiente con todo, a todo ataca, es impositiva. Cuestiona procesos y razones en torno al arte y a la pintura, pero no da resultados exactos, descubrimientos útiles, ninguna ecuación, ningún teorema. Por tanto, no es una ciencia ni una mistificación. Es un núcleo duro, radical, necesario y suficiente. Y es por esta singularidad que habla a los otros. No habla sino de pintura. Habla de nosotros.
Repintar es un acto testarudo, es construcción y deconstrucción, pulsión de muerte. Es un proceso de aprendizaje y desprendimiento. Muestra la tela como una superficie de acción ilimitada. Es un acto de violencia y de reconciliación, inmediato y cíclico a la vez, un proceso catártico de sanación. Es crítica y autocrítica. Es mímesis y abstracción. Es la búsqueda a ciegas de un hallazgo. Repintar es un movimiento universal de autoconocimiento. Muere y nace en el mismo gesto. Sus heridas de guerra valen más que su propio sentido. Desnuda la debilidad del entendimiento. Enaltece la versatilidad de la voluntad. Rompe la conexión con la experiencia cotidiana. Es el subproducto poético y repulsivo de mi existencia. No tiene miedo. Provoca porque sabe que va a ganar”.
Leyendo y releyendo la tesis de Héctor, puedo entonces entender, desde la visión de un joven artista, la complejidad de un proceso como el que ofrece Montoto en Ilusiones perdidas. Una exposición compleja, técnica y conceptual, que se agradece porque privilegia al público cubano por encima de otros, más cercanos a una línea edulcorada de la realidad.