#hablandodemercadodearte
En los últimos días, ha sido noticia en varios circuitos del mercado de arte las próximas subastas de arte latinoamericano en las Casas Christie´s y Phillips. Particularmente llama la atención la salida al mercado de varios lotes de obras de arte cubano pertenecientes a la colección de Howard Farber. Quienes están familiarizados con el tema enseguida reconocerán el nombre de uno de los coleccionistas que en la década de los 2000 comenzó un proceso de acercamiento y adquisición de obras de la generación de los 80 de destacados artistas cubanos. Según sitios especializados como arteinformado.com, señala que The Farber Collection-Cuban Avant-Garde, posee piezas de alrededor de 60 artistas cubanos. Para las subastas que se aproximan el próximo 28 y 30 de septiembre, se identifican nombres como Eduardo Ponjuán y René Francisco, Tomás Sánchez, Kcho, Yoan Capote, Manuel Mendive, Belkis Ayón, Los Carpinteros, Alexander Arrechea, Tania Bruguera, Fabelo y Umberto Peña.
Cuando se revisan los artículos y sitios que se han hecho eco de estos próximos eventos, estos se han centrado en los precios de los lotes a subasta, lo cual es válido en el sentido que los precios de venta dan un indicador medible del valor. No obstante, el fenómeno subasta de arte cubano siempre tiene mayores implicaciones en el sentido de establecer o validar el capital simbólico de este y sus artistas. Conocer que el origen de estas piezas, de una única colección, me lleva a comprobar los antecedentes al respecto.
Farber, conocido coleccionista en los años 70, atesoró una amplia colección de arte modernista estadounidense (1909-1935) hasta que los precios que fueron adquiriendo le impidió continuar, en sus palabras “quedé fuera del juego y no pude continuar (…) Si no puedo divertirme coleccionando… y no puedo darme el lujo de hacerlo, pierdo rápidamente el interés.”, según le declaró en el año 2010 a Celia Sredni de Birbragher, fundadora y directora de la revista ArtNexus. Dicha colección las subastó en Christie´s siendo adquirida por museos y otros coleccionistas. Luego, en la década de los noventa gestionó una nueva colección de arte contemporáneo chino hasta que en el 2007 la vendió a través de la casa de subastas Phillips de Pury de Londres, por un valor cercano a los 25 millones de dólares.
Paralelo a esto, en el año 2001 comenzó a comprar obras de arte contemporáneo cubano. Según Farber:
“El mayor problema que encuentro es que el arte contemporáneo cubano no se conoce internacionalmente (…) Una de las cosas más importantes para mí al coleccionar arte contemporáneo cubano es que me divierto haciéndolo y, como dije, estoy tratando de crear más conciencia. Una persona no puede crear un mercado de arte, pero los artistas son tan fuertes que estoy ansioso de que llegue el momento en que se conviertan en artistas internacionales y no se les llame artistas cubanos.”
En el año 2010 señaló que su interés con la colección era destinarla finalmente a un Museo, aunque significaba también que
“Yo creo que dentro de un año o algo así, el mercado va a recibir muchísima atención y esa atención repercute de manera positiva en el arte. Es lo que sucedió en China, y lo que sucederá en Cuba. Me parece que para un coleccionista el arte cubano contemporáneo es el secreto mejor guardado”.
Ahora, en 2022, donde ya en el mes de mayo subastó piezas de Fabelo, Los Carpinteros (Sotheby´s NY Lotes 514 y 515, May 20th) ¿qué ha pasado que este coleccionista ha decidido vender parte de su colección? ¿Acaso llegó el momento del arte cubano y se espera que haya un boom como el arte chino? ¿O responderá a una pérdida de interés sobre el arte cubano o problemas financieros?
Esperemos ver los resultados de subasta que necesariamente merecerán mayores análisis sobre su impacto en el mercado de arte cubano internacional y en la apreciación del valor simbólico que hoy hay sobre esta generación de artistas desde el punto de vista del mercado de subastas. Algún indicio nos da el propio Farber:
“Tomé una pintura de la pared y la vendí en un día y compré mi apartamento. Pero una vez hice eso, supe que la colección estaba arruinada. Cuando uno retira una gran pintura que es la base de su colección, ya nada vuelve a ser lo mismo… algo falta”.
















