Exposición Como estatuas de sal
Ernesto Mateo Rancaño Vieites
03.02.2023
Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, Cuba

Ranca, hermano:

Ya lo dijo ese poeta al que tanto admiraste y con sus canciones inspiró muchas de tus piezas: «No hacen falta alas/ Para hacer un sueño/ Basta con las manos/ Basta con el pecho/ Basta con las piernas/ Y con el empeño/ No hacen falta alas/ Para ser más bellos/ Basta el buen sentido/ Del amor inmenso/ No hacen falta alas/ Para alzar el vuelo», a ti no te hicieron falta alas para alzar tu vuelo eterno al parnaso de la inmortalidad en el arte cubano.

Hoy que se cumple ese anhelado sueño tuyo de entrar por la puerta grande del Museo Nacional de Bellas Artes, se sintió más que nunca tu presencia. Muchas veces coincidimos ahí, celebrando a los amigos que exponían, recuerdo incluso tu felicidad cuando Kcho inauguró su muestra «En ningún lugar como en casa», por allá por diciembre de 2020, era como si ese sueño se cumpliera en la vida de otro, así de sencillez y grandeza tenía tu alma. Hoy, esos amigos estaban allí, caminando entre tus piezas, celebrando tu vida que es sin dudas un ejemplo de evangelio para los artistas, esos a los que la obra debería defender por sí sola, más que todo lo que le rodea.

Y es que tu obra es eso, tu escudo y espada ante los avatares de la vida, ella te defenderá siempre. La selección que, en la pequeña sala para tanta belleza, podemos recorrer la esencia misma de espíritu martiano. Esa creencia en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud, en un mundo mejor, se reconoce en cada lienzo, escultura, instalación o fotografía, que ahora legas a tus Ismaelillos que crecerán como hombres de bien.

Cómo no impresionarse con la atemporalidad de tus obras, que siempre serán frescas a la vista, porque así era tu pensamiento, mirando al futuro. Ahora mirando atrás, vuelvo a mirar las exposiciones «Ego te absolvo», «Corteza cerebral», «El eterno retorno» y «Al amparo del dador», y pienso cuánto más me hubiera gustado adentrarme en esa poética de tus cajas de luz, en la complejidad de las instalaciones, el uso de la fotografía como recurso expresivo privilegiado, en tus proyecciones instalativas, en tu magia como pintor.

Ranca, mucho falta aún por escribir sobre tu obra, como decía una amiga ayer: nunca sabemos valorar a los artistas hasta que nos faltan. Cierto es que tú no nos faltas, estas ahí en tu estudio ideando el próximo vuelo del colibrí y el tocororo, escuchando la música que te hacía soñar, viviendo en tu obra.

Gracias por todo Rancaño, por seguir siendo como ese colibrí, tranquilo, nervioso, tímido pero siempre creativamente inquieto.

Hasta dentro de un rato…abrazos.

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