Exposición Martí: el oro de la edad

Colectiva

27.01.2023

Galería Collage Habana

¿Qué pensaba o sentía Martí al visitar una galería, qué experimentaba al hablar con amigos acerca de un cuadro o de la labor de un pintor en específico u otro artista?

“No abandone tan pronto, señor lector, la lectura de este artículo cuando le advierta que voy a hablar de Martí. No mueva las manos nerviosamente. Yo lo comprendo: también he padecido por horas interminables las arengas de los políticos, las clases de los profesores de Historia de segunda mano, la columna del articulista de moda, los juegos florales, los horribles niños memorizadores de pensamientos y versos sencillos… Todo esto para convertir en monstruosa la figura de Martí.” (Sarduy, “En su centro” 135)

En 1997, Ariel Ribeaux ganaba el Premio UNEAC de Literatura e Ismaelillo, con el libro “El oro de la edad”. En un juego inter textual, este escritor, a través de códigos post-modernos en una visión contemporánea del mundo, aboga por la tolerancia y establece una relectura de los personajes de La Edad de Oro con rigor estilístico e imaginación. Un año después era publicado el libro, con ilustraciones del hoy Premio Nacional de Artes Plásticas José A.Toirac. La novela establece una fecunda intertextualidad con las más notables ficciones incluidas por Martí en La edad de oro. Es esta la génesis del título de la muestra colectiva que con motivo del 170 aniversario del natalicio de José Martí se inaugura. En aquella ocasión este escritor desacralizó la obra del Maestro, y es tal vez ese el let motiv que guía la curaduría propuesta. Al ver la selección de las piezas escogidas por el equipo curatorial, rápidamente vino a mi mente un texto cumbre de Rufo Caballero, “Nazca la luz de la cera, la flor del asfalto. José Martí en la plástica cubana, un estudio de la iconografía y la tropología”, lo recomiendo para ubicarnos en esa relación entre los artistas visuales cubanos y la imagen de Martí.

No es casualidad entonces que ese mantra lezamiano esté presente en este homenaje. La conocida frase “Ese misterio que nos acompaña”, se repite una y otra vez en ambas salas expositivas. Sin intentar recorrer cada una de ellas, me detengo algunas de las piezas que a mi consideración marcan las pautas de la muestra. Y es que una exposición sobre Martí, debe llevar más allá que a la mera contemplación de lo bello, estéticamente hablando, sino a la reflexión oportuna, a volver a los textos de Martí y encontrar esas intertextualidades y símbolos tan propios del modernismo martiano. Debe romper con esa monotonía que existen de muestras reiteradas sobre la imagen del sacralizado “Apóstol”, o la compilación de obras que los artistas por una razón u otra siempre tienen a la mano cuando de Martí se trata. En el caso del Oro de la Edad, encuentro ambas posiciones en el proyecto curatorial, y es válido esto, en el sentido de que la obra mayor, debe ser hecha con todos y para el bien de todos.

A muchos les alarmó la humanidad de Martí en la película “José Martí: el ojo del canario”, donde “Fernando Pérez fue tras la construcción de un José Martí tan humano, como un niño que comete fraude, se masturba, se acobarda ante bravucones escolares, y dice “Viva España” ante la desesperada súplica materna y el frío revólver voluntario sobre su cuello”. A esos mismos la mente les explotará cuando vean a un Martí semidesnudo a un lado de la cama de una de sus conquistas amorosas, pero bajo la carga psicológica de toda una Cuba. Inspirada en la frase “Los hombres son productos, expresiones, reflejos. Viven, en lo que coinciden con su época o en lo que se diferencian marcadamente de ellas; lo que flota, les empuja y pervade; no es aire solo lo que les pesa sobre los hombros, sino pensamiento; esas son las grandes bodas del hombre; sus bodas con la patria». (“Henry Ward Beecher. Su vida y su oratoria”. S/F. OC. 13:34) esta obra forma parte de la serie ¡No me hables del cielo!, recién expuesta por Hermaiony Villa, joven artista academicista, en la Habana. En opinión de muchos, una de las piezas más logradas de la muestra, y que pone foco sobre el trabajo que necesariamente deberá evolucionar en esta artista.

¿Cuántos bustos de José Martí hay en Cuba? ¿Qué nos transmite esta omnipresencia escultórica del “apóstol de la Independencia”? El propio José Delarra, narra que su primera escultura modelada a los once años de edad, fue una cabeza de Martí. Todos conocemos luego la obra artística de este escultor vinculada a la iconografía de Martí, donde su currículo da cuenta de unas 18 esculturas de mediano y gran formato en torno al tema martiano y a la figura del Héroe nacional, más “diversos bustos hechos en 1961 y emplazados en La Habana y en otras provincias del país”. Varias de las piezas de esta exposición, giran alrededor de esa imagen escultórica de Martí, “A lo lejos lo veo venir…” de Rolo Fernández, con esa figuración ya conocida de su personaje, cuyo desarrollo nos recuerda a ese personaje asexuado de Adislén Reyes, con el que infiere estados de ánimo como la desesperación, la duda y el miedo; las fotografías “Busto de Martí del Centenario 1853/1953 /Mariposa cubana con ocelos”, del artista del lente Manuel Almenares y “No me pongan en lo oscuro” en las versiones 1 y 2 de Wendy Pérez. Pero las palmas se las lleva “Transformación de la memoria” de Juan Manuel Acayde. Una instalación compuesta por 8 piezas escultóricas realizadas en concreto blanco, donde investiga desde su práctica artística sobre los imaginarios que hay alrededor del icono/símbolo que son los bustos de Martí.

Volver siempre al Martí que llevamos dentro, ese Pepe sencillo, padre, amigo, compañero, hombre, es tal vez el mensaje que desde la pieza “Home” Reinerio Tamayo con su particular sentido del humor e ironía nos envía. Conocido era el criterio de Martí sobre el humor, pues “No todo ha de ser trompa épica y clarín de pelear”, algo que Tamayo sabe bien y por eso en “Martí tiene la llave” nos descubre parte del misterio que antes decíamos que nos acompañaba. Este recurso de otorgarle un sentido nuevo y distinto al original, o sea a la iconografía de Martí, es abordado en muchas de las piezas de esta exposición. Tal es el caso de la pieza instalativa “170 veces su peso”, donde Aluan Arguelles utiliza la imagen y el objeto en sí, que es una moneda de Un Peso, conocida por la imagen de Martí, para representar ese proceso dubitativo que es el azar de lanzar una moneda al aire para tomar una decisión. Coincido con algunos de los visitantes que más allá de las fotografías de la pieza, hubiera sido mucho más atractivo la reproducción de fotogramas del ejercicio de lanzamiento de la moneda, con ese simbolismo de representar los 170 años que celebramos de tener a un Martí nuestro.

Un caso sui generis de ese proceso de resignificación que es organizar una exposición con obras no creadas específicamente para la ocasión, es la pieza Anabel del artista Yudel Francisco Cruz. Al punto que el propio equipo curatorial debió elaborar una nota, esclareciendo el porqué de la elección para esta exposición. Eso, y colocar piezas vistas recientemente –pocos meses- vistas en otros espacios galerísticos y encontrarlas aquí recontextualizadas son algunos de los aspectos que pudieran ser vistos con recelos. Algo igual me pasa con el cartel de la muestra, desconozco la intensión de su diseñador al colocar el texto sobre el rostro de ese, quien siempre clamó por morir de cara al sol, no en lo oscuro como un traidor, y lo cumplió.

Respondiendo a la pregunta inicial de este texto cito a Martí: “Se siente correr por las venas una sabia nueva cuando se contempla una nueva obra de arte. Es como tener de presente lo venidero.” (…) El arte no puede, lo afirmo en términos absolutos, ser realista, pierde lo más bello, lo personal.”

Artistas en la muestra.

José Manuel Alcayde

Manuel Almenares

Lancelot Alonso

Liesther Amador

Aluan Arguelles

Yasiel Elizagaray

Rolo Fernández

Yudel Francisco

Dennis Izquierdo

Alicia Leal

Manuel López Oliva

José Antonino Oliva Alfonso

Wendy Pérez

Adrián Socorro

Daniel Rodríguez Collazo

Reinerio Tamayo

Hermaniony Villa