Exposición Cartas a Théo
Eduardo Ponjuán
16.12.2022
El Apartamento
Mi querido Théo:
Anoche preocupado como siempre por la sobrevivencia de mi arte, he vuelto a soñar con el futuro. He visto mis obras y la de otros, reproducidas miles de veces hasta el cansancio, incluso las vi tendidas en las ventanas e interiores de casas convertidas en calcetines. Mi mente desvaría, llevo días sobreviviendo gracias a cafés y panes, que aún debo. No es tu culpa; en todo caso, es mía, porque estoy desesperado por ver mis cuadros enmarcados y he pedido demasiado para mi presupuesto, debido a que la criada y el mes de alquiler, también tenía que pagarlos. Incluso hoy me arruinaré de nuevo, porque igualmente debo comprar la tela y prepararla yo mismo, ya que la de Tasset no ha llegado todavía. ¿Podrías preguntarle lo más pronto posible si ya la ha enviado; 10 metros o mínimo cinco de tela común a dos francos con 50 centavos?
En ese sueño veía a un artista, querido hermano, que como yo, sentía esa presión que actualmente ejerce sobre nosotros el trabajo. Pero me atrevo a creer que, si conocieras sus estudios sobre el arte, me darías la razón del porqué trabajaba afanosamente aprovechando el buen clima. Lo que no ocurre en estos días; el mistral despiadado sopla con furia las hojas muertas, y muchos artistas no se preocupan más que de sí mismos y no de su obra, que les sobrevivirá y por la cual serán recordados.
Del invierno de un país de nieve, de mi sueño anterior, hasta estas cálidas piezas que vi en mi onirismo, hay un período largo de desarrollo, pero con efectos maravillosos; y entonces es preciso emular con mi sueño, y una vez más, esforzarme sin contemplaciones y seguir creando. Estoy, y él, en mi sueño, tan metidos en el trabajo que no logramos detenernos de pronto. Quédate tranquilo; el mal tiempo me detendrá demasiado pronto, no sé si al pintor de mis sueños le pasará igual, no lo creo.
Quisiera que te haga sentir bien esa verdad: que, dando dinero a los artistas, tú mismo realizas obras artísticas y que yo desearía únicamente que mis cuadros lleguen a ser tales y que no estés a disgusto de tu labor. En mis sueños, he visto como se abre un mundo nuevo para los artistas, donde sus obras se venden por miles de francos, existe entonces la posibilidad de vivir Théo de nuestro trabajo. Si yo mismo me destrozara esforzándome, no me importaría nada en absoluto. En caso de que así fuera, tengo recursos aún, porque me dedicaría o bien al comercio, o bien a escribir. Pero mientras siga en la pintura no veo más que la asociación de varios y la vida en común.
Empieza la caída de las hojas; puede verse cómo amarillean los árboles, color que aumenta todos los días. Es al menos tan bello como los vergeles en flor; y por el trabajo que haremos, me atrevería a decir que vez de perder podremos ganar. Vi en mi sueño, a este artista apasionado por una pintura casi de ilustración de esos magazines que a veces vuelan por las calles, pero con un estilo minimalista, casi de formas básicas, pero eso sí, con un genuino uso del color. Sin dudas paisajes increíbles.
Ver esas escenas en mi mente, me ha llevado a preparar dos paisajes (telas de 30), de vistas tomadas en las colinas; una es la campiña que veo desde la ventana de mi habitación. En primer plano, un campo de trigo asolado y tronchado, después de una tormenta. Una tapia y del otro lado, el gris verde de algunos olivos, cabañas y colinas. En fin, en lo alto de la tela, una gran nube blanca y gris sumergida en el azul. Este es un paisaje de una simplicidad extrema –también en cuanto a los colores. Esto haría juego con ese estudio de mi habitación que está deteriorado. Cuando la cosa representada, en tanto que estilo, es una y está perfectamente de acuerdo con la manera de representarla, ¿no estriba en eso la permanencia de algo de arte?
Eso explica que un pan hecho en casa, en asuntos de pintura, sea sobre todo bueno cuando está pintado por Chardin. Ahora el arte egipcio, por ejemplo, lo que lo hace extraordinario, ¿no es que esos serenos reyes tranquilos, dulces, sabios y buenos, parecen no poder ser otra cosa que lo que son eternamente: agricultores adoradores del sol? Así, los artistas egipcios que tenían una fe y trabajaban por sentimiento e instinto, expresan todas esas cosas inasibles: la bondad, la paciencia infinita, la sabiduría, la serenidad, por medio de algunas sabias curvas y proporciones maravillosas. Quiero decir una vez más todavía que cuando la cosa representada y la forma de representarla coinciden, el todo tiene estilo y permanencia.
Cuando veo un cuadro que me interesa mucho, me pregunto siempre involuntariamente ‘¿en qué casa, en qué cuarto, en casa de qué persona quedará bien, estará en su sitio?’»
Por otro lado, es muy tranquilizador que, por ejemplo, Voltaire nos deje la libertad de no creer absolutamente en todo lo que imaginamos.
Un abrazo
Van Gogh