Exposición Línea de la vida
Nadia Díaz Graverán
15.12.2022
Centro Hispanoamericano de Cultura
En estos últimos meses, cuando la decisión de la Corte Suprema de los EEUU hacía retroceder años de libertades sobre el derecho al aborto de la mujer, pensaba cuán lejos está la realidad cubana, de sus mujeres sobre ese tema. No obstante, aun en la mentalidad de un sector de nuestra sociedad sigue viéndose esa decisión muy personal de la mujer como algo inusual y negativo, vinculado a otras conductas o criterios de reproche. Así, es que no nos asombra los muchos casos que aún hay de muchachas que, por temor a los padres, por presiones sociales o por desconocimiento en pleno siglo XXI, no entiendan a esa decisión como algo natural.
Cuando en medio de la pandemia, a través de las redes sociales digitales, salía la convocatoria de Nadia, bajo el nombre de “La línea de la vida no es solo flores”, comencé a seguir ese proceso de integración de emociones, sentimientos e historias. Ahí, con el hilo de tejer a crochet como elemento simbólico de unión, comenzó a tejerse esta muestra, quiero pensar. En un performance con una duración de casi dos años, esta artista- junto a otras mujeres –fue conformando piezas de increíble factura y detalle. Imágenes compartidas, hablaban de la complejidad de la obra. Cientos de metros de hilo de estambre rojo, en franca alusión a la sangre y los componentes del interior del cuerpo humano, fueron pacientemente tejidos, dando paso a formas con los diversos tamaños que durante las primeras doce semanas adopta un feto humano.
Durante ese proceso, Nadia y quienes la acompañaron en esta especie de meditación, se pudo apreciar el impacto que procesos como el aborto, natural o provocado, dejan en los cuerpos y en la mente de la mujer. Al no ser solo mujeres cubanas las convocadas, las historias tomaron mayores dimensiones, a partir de las realidades de sitios lejanos a las libertades que antes hablaba. En palabras de la propia Nadia: es una obra que se nutrió del sentir de todas las mujeres que participaron con esa necesidad de liberarse en espíritu. Continuo con ideas de la propia artífice del proyecto, quien señalaba este performance como un viaje para reconectar a las mujeres que han sufrido y sanado en seco.
Una idea está en cada una de las piezas que conforman la actual exposición, y es tratar de develar ese misterio detrás del aborto, sus secretos y silencios. Me impresionó esa definición dada del dolor: una flor que preferimos no regar implorando que seque, que desaparezca. Escucho mientras escribo el audio de la pieza sonora de la muestra, en él las historias de muchas, su dolor escondido. Las historias contadas, fuertes en esencia, se entrelazan entre los hilos rojos, y eso carga a la muestra de una emotividad, que pocos o solo aquellos que han pasado o tenido esa experiencia, podrán experimentar. En tres piezas, Menarca, Placenta y Feto, de este año 2022, más allá de la imagen representada, su soporte expresa parte del discurso planteado por la artista. Usando pañal antiséptico, conocido tradicionalmente como “de gasa”, la artista borda a mano elementos asociados a la concepción de la vida, la vulva, los ovarios, y el desarrollo fetal. Impresionante los niveles de detalle.
Otra de las instalaciones, Luna roja, combina en sí el tejido a crochet a punto rojo, macramé, sangre menstrual, y un fragmento de ese lugar donde, como a veces despectivamente se les recrimina a la que aborta, se hizo el milagro de la concepción, la cama. En esta, como en el resto de las piezas, los materiales hablan junto al discurso per sé, cabello humano, cuentas de cristal, cera de abejas, etc., todo tiene un simbolismo que marca.
En tiempos donde se impone la sororidad entre las mujeres, este proyecto colectivo se impone. Es de esas exposiciones hechas por mujeres para mujeres, más allá del contexto expositivo, al estilo de “El arte de no estar calladas”, “Más allá de feminismos” o “Los bellos dones”. Para Nadia y todas esas mujeres que han sufrido y necesitan sanar. Mis respetos.