Exposición Patrona

Colectiva

09.12.2022

Palacio de Lombillo

Como presagiando el 2023, el imaginario de artistas cubanos fue convocado a evocar la figura de la Caridad del Cobre. Días después, los sacerdotes Ifá en su conocida letra del año, la señalaron como divinidad acompañante para este año, junto a Obattala o la Virgen de las Mercedes, como bien la sincretizaron nuestros antepasados. Esta unión de padre e hija, inspira esperanza en el pueblo de Cuba, pues la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba genera un sentimiento nacionalista entre todo aquel que la siente suya y a su vez se sabe cubano. No en balde, esa iconografía significa manto y protección a todo el que sale de Cuba, como bien representó el artista Michel Mirabal en su pieza mural en el Aeropuerto Internacional José Martí. “Cachita” nos ampara a todos, y a los artistas en especial, con esa dulzura que desprende sus colores vivos que seducen al coleccionista más estricto, que cede a sus encantos.

Y es así que esta muestra, es una representación fiel de nosotros como seres humanos, como pueblo y como cultura. En cada uno de los estilos presentes, hay una forma de hacer arte, pero un único sentimiento de cubanía. Ya no de religiosidad, pues la veneración a la idea que surge de la Caridad del Cobre, sobrepasa cualquier diferencia de credo o religión, es como se dice un sinónimo de cubano que, parafraseando al Maestro, es más que blanco, más negro, más que mulato, más que cristiano, más que yoruba. Durante la presentación del primer número de “La Gaceta de Cuba” en su año 50, dedicado a la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre en el imaginario popular y cultural cubano, el Dr. Leal aseguró:

“Yo debo decir como cristiano y como historiador, que el culto a la Virgen de la Caridad es un culto popular (…) Nosotros nos encontramos ante algo que reúne a creyentes y no creyentes, que pertenece a la poesía de la nación, al alma invisible de Cuba, (…) de una Patria que, el un sueño poético de Heredia y el dolor infinito de otros, ayudó a construir”.

Repasar las salas del palacio de Lombillo, escuchando a través de los audífonos esa música del Maestro Vitier, “Misa cubana”, síntesis sonora al culto y la cultura alrededor de la Virgen de la Caridad, es una experiencia única. Cada minuto frente a las piezas de unos 25 artistas, sirvió para afianzar ese credo de que el arte cubano, es por sobre todas las cosas una Patria chica. Reconocí la dulzura de la poesía de Fina y Cintio en la pieza “Reclamo” de Silvia. R. Rivero, así la fragilidad y a la vez fortaleza de los sentimientos de los creyentes en el papel manufacturado de “Ofrenda” de José Omar Torres.

La sonoridad de “Y si vas al cobre” en franca alusión a letra de la canción Veneración de Miguel Matamoros, está en la pieza de Diana Balboa, y en respuesta le traen de cerca por la museografía a “La Caridad” de Zaida del Río. Y así nombres como Alfredo Sosabravo, Manuel López Oliva, Juan Moreira, Alicia Leal, Manuel Mendive, Noel Guzmán Bofill, Carlos Guzmán, Ever Fonseca, Flora Fong, Betzi Arias y sus vírgenes, conviven con las de artistas de generaciones más cercanas como Roberto Fabelo, Eduardo Abela, René Francisco Rodríguez, Luis Enrique Camejo Vento, Reinerio Tamayo, José Ángel Toirac, Rubén Alpizar, Moisés Finalé. Algo sí eché de menos en esta muestra, y es esa mirada de artistas más contemporáneos. De esta generación más joven solo encontré obras de Adrián Gómez Sancho. Cuando a un año exacto de la exposición “Las Once mil vírgenes” en el espacio de Corral Falso, se logró esa presencia en un tema muy cercano al que hoy dio cita, de artistas jóvenes, su ausencia en esta muestra se nota.

Una virgen por sobre otras atrapó mi atención. Con anterioridad en el homenaje a Juanito Delgado la había visto expuesta, y es la representada en la pieza “Lo que no sabes tú, no lo sabe nadie” de The Merger. Creo que, a pesar de ser una escultura del 2015, tiene una actualidad y frescura única, como bañada en ese halo mágico que acompaña a la virgen. En general toda la muestra es bella, con sus detalles, en iluminación de las piezas, que es comprensible por no ser un espacio propiamente de galería. Igual, tantos nombres, merecedores de un espacio en la muestra, conspiró con la museografía, cargada en momentos y espacios.

Pero, esa magia que trae la virgen hace que cualquier momento de culto o veneración a su figura sea especial.