Exposición “Territorial: Aire”
Colectiva
04.11.2022
Centro de Desarrollo de las Artes Visuales
¿Qué es la decolonización del poder y del conocimiento, por qué este es un tema importante hoy y cuál es su relación con las prácticas artísticas y las instituciones culturales? Es la pregunta que el grupo Enlace –Proyecto de Gestión Cultural-, quieren responder a través de la obra de varios artistas cubanos de disímiles generaciones. A partir de líneas temáticas bien definidas teóricamente, comienzan un proceso de muestras expositivas, cuyo conjunto han venido a denominar Territorial. La primera de ellas, “Aire” tomó como espacio el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, institución cultural que retoma el protagonismo en la gestión cultural de proyectos de alto calibre dentro de las artes visuales, a partir de la gestión precisa de su equipo curatorial, quienes han apostado esta vez por el proyecto Territorial.
Esta muestra, está comprendida dentro de la línea temática “Elementos”dentro del proyecto Territorial. Esgrime, en mi opinión, como concepto núcleo que, el Aire —elemento de la naturaleza— ha sido abordado desde miradas colonizadas como ese estereotipo de trasparencia, levedad o infinitud. Y en ese deseo de repensarnos y reconstruirnos, el equipo de Enlace y una selección de algunos de los artistas emergentes con mayor presencia hoy proponen piezas que lo conciben (al Aire) como encarnación de la densidad de contextos específicos. Es así entonces, que entendemos por qué es recibido el espectador con el performance de Leonardo Luis Roque & HAVJERS, que logran demostrar como el aire puede tomar forma de materia visual, metáfora, analogía, concepto y, al punto de abarcar todo el espacio.
La sala principal de la muestra, refleja un interesante proceso curatorial por parte del equipo de Enlace. Cada pieza discursa por sí misma sobre el concepto superior que guía la exposición. El aire se hace protagonista. De las piezas presentes, causa mayor impresión la instalación sonora “Jardín (El más fermoso) sic, de este año, del artista Aldo Soler. En ella, la combinación de espejos, cenizas y carbón natural, se articulan con el sonido que emana del centro. Una respiración se presume, pero no la normal, sino aquella que se provoca por el próximo final, entrecortada, jadeante, arrítmica. Presumir que el carbón se termina de quemar y el aire se convierte en humo, hace pensar que esa respiración es la representación de la energía espiritual que va transformándose (la energía ni se crea ni se destruye).
Otras de las piezas, como los lienzos abstractos de Kina Matahari y las planchas de metal pintadas de Evelyn Aguilar, las instalaciones de Andy Mendoza y Lianet Martínez, aprovechan el amplio campo semántico que da el concepto aire, y lo desarrollan. Esos imaginarios de los artistas favorecen la reinterpretación de este elemento, se originan narrativas nuevas y simbólicas que le permiten al espectador conectar con las piezas y encontrar fácilmente el hilo curatorial que las une.
Si algo tiene la exposición en sentido general, es esa movilidad simbólica y metafórica. Al punto de entender que piezas como el libro arte de Ernesto Sánchez, “Cantos al vuelo” o la instalación «Resonancia» compuesta de cacerolas, bandejas, cucharas, tenedores, cuchillos, platos y morteros, unidos con finos hilos de pita de Yunior La Rosa, responden a una narrativa más allá de la percepción común que los unirían a acontecimientos recientes. Hay en ellas, junto al resto del conjunto, una invitación de entender que el arte como el aire es libre, y apropiarse de elementos frecuentes y redimensionarlos hará siempre que los artistas se eleven sobre el orden cosmológico que se quiere imponer por la verticalidad de estos días.
Cierto es que en el debate de puntos de vista diversos pudiera haberse pensado otras curadurías o museografía, todos tienen razón en su opinión. En mi caso, hubiera preferido encontrar piezas nuevas de artistas que cuentan con una prolífera producción. Lo digo en el sentido que “mover algo de lugar no lo hace nuevo” y sería imponer un discurso a una pieza pensada para otro contexto. Desconocer el poder del aire para trasmitir el sonido sería negar la esencia de este elemento. La presencia de piezas cuya concepción prevía esto, y ser apagadas por el ambiente de la inauguración, es algo que quizás pudiera haberse solucionado de una manera más sutil. No obstante, la idea de que el aire fuera el let motiv se logró, nadie puede dominarlo, solo adaptarse a él.
Como en una sinfonía en cuatro tempos, Aire comienza bien y eso lo atestigua la presencia de muchísimos artistas, especialistas y amigos en la segunda planta del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. Este concierto en “crescendo” ahora es que comienza, esperemos seguir escuchando su ritmo en espiral.