Tiempo ha pasado desde las últimas ediciones de las subastas humanitarias de arte contemporáneo de Casa de las Américas y de Subasta Habana, allá por los primeros años de los 2000. Esto, sin dudas, ha venido a oxidar los mecanismos que existieron, cuál engranaje de reloj suizo, para la organización de este tipo de eventos. No obstante, a pesar de esto y gracias a la ayuda de las manos amigas que nunca faltan en tiempos de crisis, se logró realizar un evento de características similares en el marco del Foro de Negocios de las Industrias Culturales Cuba-México.

Bajo la sombra de los acontecimientos tras el paso del huracán Ian, unos 40 nombres de artistas visuales cubanos, de las más diversas generaciones y estilos, fueron convocados a participar en este evento benéfico. Si bien no conozco el criterio de selección, pues en una revisión rápida la mayoría no han tenido experiencias o resultados significativos en subastas internacionales, reconozco que los nombres pueden satisfacer los más exigentes gustos sobre arte cubano. El gesto desinteresado de los mismos, de entregar piezas para que el resultado de la venta contribuya al proceso de recuperación, es en mi opinión el mejor resultado que desde el inicio pudiera haber tenido este evento. Significo entonces la confianza de esos artistas en las instituciones culturales en tiempos donde desde todos los ángulos se fustiga a quienes lo hacen.

Este evento deviene en subasta benéfica, por el destino final de los ingresos de la venta de las obras, no poseer registro público ante las grandes bases de datos de remates en subastas, y además no aplicarse comisión al comprador ni “buyers fee”. Otros elementos que caracterizaron al evento, según la referencia del catálogo que al afecto se elaboró, fueron que los lotes carecían tanto de precios de salida como precios estimados de referencia con el mercado internacional a modo de orientación. Así como no se precisaron precios de reserva o la no aceptación de pujas por debajo del precio de salida de las obras, para proteger el historial de mercado del artista. Esto hubiera sido, junto a una referencia textual del artista y su obra, elementos que hubieran permitido, en mi opinión, sortear las barreras que con el arte cubano existe en el mercado mexicano, donde el sentido de pertenencia con los artistas mexicanos por los compradores es alto. Dando posibilidad de aumentar el nivel de aceptación por artistas de la talla de los Maestros Manuel Mendive, Nelson Domínguez, Eduardo Roca “Choco”, y de artistas significativos del panorama de las artes cubanas como Olazábal, Manuel López Oliva, Fuster y Kcho, entre otros que no lograron ser vendidos. Aunque de manera general y a criterio de muchos, México se viene a posicionar como un potencial espacio donde colocar y posicionar el arte cubano contemporáneo.

La colaboración del galerista mexicano Norman Bardavit, en la organización y conducción del proceso de remate de los lotes subastados, aportó esa necesaria profesionalización y dinámica de un evento de estas características, según se aprecia en los fragmentos de videos que se han mostrado en varios medios. La locación seleccionada, el prestigioso club de Industriales en el Hotel Marriott del DF, sin dudas contribuyó a crear ese clima favorable a los participantes, hombres de negocios e interés en las artes visuales. Desconozco la estrategia de difusión y comunicación del evento. Algo si es cierto, debemos tomar experiencias en ese sentido de las grandes casas de subastas, que, con mucho tiempo de anticipación a través de catálogos razonados y visualmente bien diseñados, exposiciones públicas o privadas a clientes potenciales, el uso de los mailist, etc. son capaces de suscitar esa “necesidad” del potencial comprador de acercarse al evento.

Los resultados, económicamente hablando en comparación con eventos de similar naturaleza, o sea con fines benéficos, son plausibles. Eventos como las subastas internacionales han estado marcados por el sesgo de la “burbuja” del mercado, por tanto, muchas veces los precios de remate responden más a esto que al precio real de las piezas. Con un resultado total de unos 45 mil dólares americanos aproximadamente, es significativa la venta de 19 de los 38 lotes subastados (50%) según catálogo (lienzos y otros formatos) y un conjunto de 15 giclée. Resaltan los resultados de las obras de artistas como los Premios Nacionales de Artes Plásticas, Alfredo Sosabravo y Roberto Fabelo por encima de los 10 mil USD cada una, y Lesbia Vent Dumois cuya pieza rozó los 5 mil USD. Otros artistas como Zaida del Río, Sándor González, Eduardo Abela, Aluan Argüelles, José Perdomo, Mario González “Mallo”, Alejandro Jurado, José Omar Torres, Mario Gallardo y Pedro Hernández se posicionaron en el rango de uno y dos millares de USD, lo que marcó la noche principalmente. Otras ventas fueron las serigrafías de Arístides Fernández (Ares) que como siempre posicionó el humor inteligente ante los serios conflictos que vive la humanidad.

Entre los lotes no vendidos, pero que igual es válido reconocer su participación en este evento están los nombres de Adrián Socorro, Luis Enrique Camejo Vento, Manuel López Oliva, Adigio Benítez, Harold López, Gilberto Frómeta, Rubén Rodríguez, Alexis Leyva Machado (Kcho), Liudmila & Nelson, Yasiel Elizagaray, Enrique Casas, Mario Gallardo y la joven Evelyn Aguilar. Como en todo evento de éste tipo existen posibilidades de compras posteriores así como reserva de piezas. Todos ellos contribuyeron a que este evento fuera una representación mínima, de lo que en materia de artes visuales se mueve hoy en el panorama de las artes visuales en Cuba, Brindando una nueva oportunidad de conocimientos sobre el arte cubano en la nación de México.

Dos nombres me gustarían destacar, por estar relacionado con uno de los temas que he empezado a seguir, el “arte ultracontemporáneo”, Daniela Águila y “Rolo” Fernández. La primera, artista mujer, con una presencia notable en los últimos tiempos a partir de su exposición personal “Aislada” en Galería La Nave, donde posicionó varias piezas en el interés de coleccionistas nacionales e internacionales a partir de la comercialización a través de la galería de piezas de la exposición y serigrafías especialmente producidas para la ocasión. Según mi memoria y experiencias, una de los artistas más jóvenes comercializando a través de las galerías institucionales, si no la más joven.

El segundo, joven artista, que desde que lo conozco a trabajando aceleradamente en el desarrollo de su obra visual, con ya un cúmulo interesante de exposiciones en el sistema institucional de galerías no comerciales –recién se le ha sido otorgado el Registro del Creador, tal vez esta demostración de interés sobre su obra abra la vía de participación a otros circuitos-, cuya motivación fundamental está dada en seguir contribuyendo desde su obra a crear una visualidad nueva. ¿Por qué destaco estos nombres?, tanto por ser excelentes representantes en el evento de ese sector ultracontemporáneo que viene dando pasos agigantados en el arte cubano, como por seguir demostrando la vinculación de las nuevas generaciones a las instituciones que promocionan el arte cubano y darle ese necesario voto de confianza.

Mucho más pudiera decirse de la Subasta de Arte Contemporáneo de Cuba, pero sería redundar en ideas. Los artistas cubanos una vez más demostraron ser eso que son, parte del pueblo, y por encima de criterios de mercado, de procesos organizativos más allá de ellos, contribuyeron con ese grano de arena para la reconstrucción de una Cuba afectada por un evento natural. Además, me reafirman esa máxima de creer: en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud, y en ellos.