22.07.2022
Galería ARTIS 718

Vuelven los aires de “vueltabajo” a las galerías de la capital, tal y como señalará Couret en las palabras iniciales a la muestra, se hace cada día más necesario dar el lugar que corresponde a las visualidades fuera de este epicentro. En un rompimiento de esa inercia institucional que trajo la pandemia, se reanudan las acciones en pos de la promoción de lo que sucede en lugares tan significativos para las artes visuales como lo es Pinar del Río. Esta vez sus curadores –a cuatro manos- nos presentan su mirada sobre cómo se han reconfigurado los discursos visuales de los artistas pinareños en los últimos años. En la búsqueda de demostrar que más allá de la tradición paisajística hay una transición a la modernidad, y la complejidad de la estructura de los procesos creativos propios de estos tiempos, seleccionan varias generaciones de artistas, quienes en su obra rompen los límites que por décadas les han impuesto.

Muchos de los nombres son más que reconocidos, por lo menos para mí, tal es el caso del Premio Nacional de Artes Plásticas Estudio de Arte Pedro Pablo Oliva , el propio Miguel Angel Couret Hernandez , Tamara Campo Artista Visual Cuba (por cierto la única mujer en la selección, cuándo de seguro muy buenas artistas mujeres hay en esa tierra). A estos se les suman artistas de mediana o corta carrera, para crear un abanico generacional amplio. En Mutaciones, título de la presente muestra, la diversidad de los planos de expresión creativa, aportados por cada uno de los presentes, nos habla de esa ruptura de límites antes señalada. Ya desde la exposición “Cable a tierra” de 2018 en la galería Casa 8, muchos de estos mismos artistas, presentaron obras que respondían al arte conceptual. De aquella propuesta a la que hoy vemos, hay una mayor complejidad desde lo estético/visual e incursionan en formas expresivas cada vez más desarrolladas.

Esta evolución/mutación, para bien de los que disfrutamos en cada exposición del trabajo de los artistas pinareños, es resultado valoro, de las trasformaciones colectivas e individuales que en los últimos años han ocurrido en el arte cubano, y de la cual estos no han sido ajenos. La pluralidad de expresiones que van desde la pintura, la escultura, el grabado, el dibujo, la fotografía y el performance, que se aprecia aquí, nos reafirma que no hay un camino fijo para crear en Pinar del Río, ni se limita a lo formal o lo validado por el mercado. Hay en todos estos artistas una nueva concepción de lo que es el arte, y esto se vive en la muestra.

Si algo reconozco en la selección de piezas para la curaduría de la muestra, es el compromiso de cada uno de los artistas con el espíritu de estos tiempos. Desde la serie “Todo va bien” de Pedro Pablo Oliva , pasando por “Que rico la guerra” de Elvis Cellez , o el prototipo de “transporte migratorio” de Ernesto Figueroa, cada pieza muestra la visión del creador sobre la realidad que vive. Así, todos y cada uno de los artistas, desde su estilo personal y artístico, recontextualizan y revalorizan la realidad cubana o internacional, sumándole y modificándole significados. El uso del absurdo, la ironía propia del cubano, y el cuestionamiento, son algunas de las herramientas de las que se valen Luis Contino, Israel Naranjo Sandoval , José Luis Lorenzo Díaz , Enrique Rosell Morales , Yasser Curbelo Rego  y Mayim-B, para hacernos pensar y reflexionar desde el arte y sobre el arte. Es un gusto encontrar en el conjunto de piezas la intención desde lo visual y lo poético.

Esta exploración sobre las muchas mutaciones que han sufrido los artistas y en particular los artistas de Pinar del Río, a veces inexplicablemente olvidados (por la crítica, la prensa o las galerías) aún y cuando en las últimas bienales han tenido una presencia destacada desde el proyecto La Farmacia o en las acciones de la AHS, siempre es provechosa. Artistas estos que están abordando espacios de expresiones diferentes, y que redefinen valores, son los mejores exponentes de lo que se está haciendo en materia de artes visuales en todo el país. Siempre es plausible que se abran las puertas no solo de la capital, sino que debería existir un constante intercambio entre las provincias, y porque no, rescatar esas grandes exposiciones itinerantes nacionales o internacionales que contribuyan a transmitir ese gen mutante que vive en el arte cubano.