#hablandodemercadodearte
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Ayer se habló de arte, de hacer arte, de gestionarlo, promoverlo, comercializarlo y pensarlo, esta vez desde la visión de cuatro artistas. Y para el asombro de no pocos, hubo una audiencia respetable compuesta por artistas, críticos, especialistas, historiadores, funcionarios y estudiantes. La combinación entre Douglas, Camejo, Duvier y Villares, lo auguraba. El pie forzado de este diálogo entre amigos y público asistente fue: el papel del artista como autogestor. Un debate interesante donde desde sus prácticas y experiencias muy personales, estos artistas abordaron aristas bastante filosas y rasgaron costuras del velo que muchas veces suele tenderse sobre los puntos grises de la realidad que tenemos en el panorama de las artes visuales cubanas. Para nada momentos de catarsis, como muchos a veces creen que estos espacios de intercambio derivan. Pero si una comunicación abierta, como bien decimos por acá “a lo cubano y a camisa quitada”, que es lo que se necesita para ponerle cara a fantasmas que nos acompañan.
El artista, como autogestor, será un fenómeno que siempre existirá. Nadie nace siendo una estrella ni lo descubren en el fondo de su improvisado taller o en las calles y se convierte en el próximo Basquiat. O por lo menos en la realidad cubana, donde como ya tengo por mantra “siempre faltan espacios cuando hay tantos buenos artistas”. Es ahí donde considero que nace el espíritu de autogestión del artista cubano, cuando descubre que existe una fuerte rivalidad y competencia para lograr posicionarse entre los destacados, y que sea beneficiado con la inclusión en nómina de una galería – nacional que bien, internacional genial-. Pero, la pregunta que no tuvo respuesta, ¿cómo autogestionarse adecuadamente?, fue en mi opinión la que faltó.
Si, un artista puede autogestionarse y no llegar a ningún lugar. O puede usar estrategias inadecuadas en contextos como los nuestros, donde los mecanismos de inserción suelen estar a veces poco engrasados e inarticulados. La propia inexperiencia y la falta de guía puede y es uno de los motivos que más conducen a desestimular a los jóvenes. También sucede que desconocen a la institución por el aquel de “que me van a resolver si nunca lo han hecho”. Entonces obvian resultados positivos como los proyectos Post-It del Fondo Cubano de Bienes Culturales, o los salones de Arte Contemporáneo del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. Una vez más, coincido con uno de los elementos aportado por uno de los panelistas, la necesidad que, desde la enseñanza media y profesional, se les den otras herramientas a los artistas para su autogestión profesional. Muchos no conocen el sistema de instituciones que hay, la gestión y funcionamientos de estos, las ventajas y desventajas que ofrecen para la capitalización simbólica de ellos y de su obra. Eso es una materia pendiente, junto a los principios básicos y el abc del mercado de arte en Cuba y en el exterior.
Otro de los elementos que creo vital retomar en función de canalizar esa llamada autogestión del artista para su inserción en las galerías, son dar el justo reconocimiento a figuras como el comisario de arte, el artdealer, el artadvisor, el crítico, el curador, el asistente personal y otros. Roles estos que fundamentan la carrera de un artista tanto profesional como comercialmente. Sería una locura señalar que un artista llega solo a la cima de su carrera sin el apoyo a ultranza de alguno de estos personajes del panorama de las artes visuales. Que el ego no ciegue las pasiones, sería mi modesto consejo a aquellos que se autogestionan.
Ciertamente en Cuba necesitamos como bien expresé en mi intervención proyectos que gestionen la labor de los artistas. Ejemplos vienen surgiendo en la Habana y provincias, grupos de trabajo que aúnan esfuerzos para potenciar la visibilidad y el alcance de la obra de los artistas jóvenes y no tanto. La gestión del know how, es algo que debe potenciarse: preparar un dosier, gestionar las redes sociales, producir logísticamente una exposición o una obra particular, contactar con clientes, presentar proyectos a espacios institucionales o no, dialogar con la crítica especializada, negociar con las empresas comercializadoras, exportar obras o importar materias primas o materiales, etc. Si un artista se dedica a esto solo, ¿en qué momento crea esa obra que lo posicionará entre los destacados?
Apuesto si, por la autogestión, pero como magistralmente señaló Rafael Villares, desde su obra y con la modestia de reconocer que se necesita de todo ese ecosistema para llegar a la meta, creando. En sus palabras el espíritu de aquel que fuera en vida un gestor incansable Juanito Delgado.