Rolo Fernández
26.05.2022
Centro Hispanoamericano de Cultura

Vuelve a darse cita este artista en este espacio de la Habana Vieja. Quiso la pandemia, ahora por suerte ya detenida, que la obra de Rolo Fernández diera un giro de 180 grados. Su exposición Anomalías de un cuento, marcada con el inicio de la Covid en Cuba (febrero/marzo 2020), nos presentó una serie de piezas de un joven artista que buscaba mostrar su quehacer. En esa ocasión el conjunto de obras denotaba la búsqueda constante de una identidad artística, o un sello que representara las ideas que iba tejiendo. Es por eso que, como señalé con motivo a la misma, encontraba en esa exposición una especie de metáfora del cuento de Alicia en el país de las maravillas junto a otros personajes y una mezcla de simbolismos y patakíes yorubas. Fue en ese entonces que empezaba a reconocer en algunas de sus obras los intentos por autorepresentarse a través de algunos de esos personajes.

El Principito en un primer momento fue esa imagen fácilmente reconocida, con la cual el espectador encontraba los puntos de coincidencias, con las experiencias personales del artista. Hoy, pasados dos años de encierro y de creatividad desbordante, ese personaje ha ido perdiendo la capa, la espada y cualquier otro símbolo externo identificable. Pero permanece, eso sí, la mirada inquieta, la curiosidad por descubrir lo nuevo, la inquietante necesidad de cuestionar todo, la capacidad de asombrarse, el deseo de volar. Quedó, creo yo, la esencia del artista, ahora proyectada a través de este “niño en llamas”.
Me permito citar un fragmento de texto de la investigadora Onedys Calvo, quien en su libro “Nuevas Tentaciones de Narciso” abordó la autorrepresentación en el arte cubano: “El yo como sujeto de la obra artística asume la responsabilidad de la acción y de la representación, no agrede a otro, no lo compromete ni lo descubre. Pero es, además, una manera muy orgánica de reclamar el derecho a la singularidad del individuo frente a las corrientes homogenizantes, (…) y de consagración de la perseverancia personal ante el fracaso de ciertas utopías.” Estos son los elementos que me permiten señalar una evolución cierta en este artista.

Dime con quién andas, viene a ser una selección de obras que al decir de la investigadora Onedys, Rolo usa el recurso de la autorrepresentación elíptica. Siendo aquella “en la que el individuo se autorrefiere de manera intencional pero metafóricamente”. Con esta facilidad toca aspectos como las sensaciones de encierro y soledad durante el período de confinamiento, así como elementos más enfocados a las motivaciones y aspiraciones a alcanzar en la vida. Es recurrente en varias de las piezas, las alusiones a Cuba, como isla, como casa, como argumento, como esencia misma de cada cubano. Con un lenguaje elegante descubro obras como “Trotamundos”, “Vereda tropical” o “Cupido”, donde Rolo discursa sobre las dinámicas que hoy están presentes en la sociedad cubana, y transmite su mirada de manera atractiva para cualquier público.

Vuelvo a la idea de la madurez que viene teniendo, desde mi opinión, como joven artista, a pesar de mantener los estilos y técnicas, ya va teniendo nuevas cosmovisiones y formas de percibir la realidad, menor definidas y colocadas inteligentemente en su obra. Si algo me faltó por encontrar en esta selección fue variedad o curiosidad por mezclar formas, técnicas y estilos diferentes, pues es el lienzo el único protagonista en esta sala, cuando conozco las múltiples posibilidades de este artista, quien fue además profesor en San Alejandro.

Me quedo entonces con esa nueva mirada, más fresca y jovial que la muestra anterior, y sigo confiando en la creatividad de este artista, que no deja de aprender de los Maestros y los consulta para crear su propio estilo. Una vez más, insisto en la necesidad de que la crítica especializada, baje la mirada y guíe a estos jóvenes artistas con una fuerte capacidad de renovarse en tan breve tiempo.