Ernesto Crespo

2018.03.08

Galería Galiano

Una escena rural es proyectada en la pared, el proyector es ese fenómeno óptico que nos permite percibir una imagen fija si corre 24 cuadros por segundo. Ernesto se apropia de esto de una manera increíble mediante esta serie pictórica -obras de pequeñas dimensiones- recompone una secuencia vivida: crea una narrativa a través de fragmentos y le da movimiento.

Aprovechando esa subjetividad del espectador, el artista lo acompaña en ese movimiento por la escena a través de imágenes estáticas. El orden narrativo -impresionante, por cierto- le permite a quien observa cada pieza con detalle, construir la imagen global que Crespo fragmenta y manualmente las reproduce sobre estos lienzos, tal y como un fotograma del cine, cargado con un estilo muy personal del artista.

Cada pieza de “El patio trasero de la casa” evidencia un talento plausible. Pieza a pieza hay una interpretación de la imagen panorámica y más, pues la próxima tiene un resultado aproximado de la anterior como referencia. En las palabras a la muestra, Michel Pérez “El Pollo” señala la particularidad de reproducir manualmente este tipo de imágenes tan repetidas veces, cosa solo lograda con exactitud por métodos mecánicos.

El mérito mayor de este joven creador, en mi opinión, recae en atrapar un recuerdo. Lo secuencia en movimiento a través de planos lineales, con el uso de colores que empastan una pieza con otra y permite a través de esta secuencia pictórica que el conjunto den al espectador esa sensación de visión global. Y todo esto con una sobriedad impecable en su pintura.

Otras dos piezas ocupan la sala. Un equilibro entre ellas es reconocible a través de sus dimensiones, pues la primera “El Portal” (23 x 20 cm) contrasta con “La Casa” (284 x 236 cm) tal vez por las historias que cuentan los lugares desde la memoria del artista. En ambas se aprecia el proceso, estudio de composición e iluminación de la imagen, así como las proporciones. En “La Casa” la disposición esquinada de la pieza y la ausencia de marcos dan al observador una visión libre de límites, tal y como si estuviera ahí dispuesto a ser él “la visita”.

El propio Ernesto Crespo ha señalado sobre su obra: “gira en torno a la construcción de la imagen dentro de los lenguajes pictóricos, instalativo y cinematográficos. El conocimiento de lo escénico y la preocupación por el espacio-tiempo, se mantienen como una constante.” En “La Visita” nos enseña que asume la pintura como ese medio capaz de expresar tanto como el cine, pues es directa e íntima; momifica los recuerdos y los acerca al hoy que la vemos, creando un diálogo -siempre- entre el artista y el espectador.