13.05.2022
Palacio Lombillo
La pintura de este artista, está cargada de una fuerte filosofía humanista, pues sus piezas proyectan un enfoque centrado en el ser humano, sus circunstancias, emociones y subjetividades. Amén de que integre animales como perros, gatos y hasta hienas, estos vienen a convertirse en símbolos de muchas conductas de los hombres y la sociedad que hoy vivimos. Las figuras centro de cada lienzo, tienen una relación muy fuerte con el espacio que les rodea, lograda esta mediante el manejo de técnicas expresionistas de la pintura. Evidentemente, no se puede ser contemporáneo si no se conocen a los maestros, pues la presencia de Antonia Eiriz o Fidelio Ponce está ahí en la fuerza del pincel de Yudel Francisco, en su actitud ante la creación artística más que en la imitación del estilo.
Se puede entonces entender esta muestra, como un proceso artístico de reconstrucción de la historia olvidada de sus personajes. Incorpora como elementos narrativos figuras femeninas –de aspecto fantasmagórico como de fotografías antiguas y borrosas-, paisajes y escenarios -reales o imaginarios- cargados de profundas emociones, horrores vividos, fantasías alegóricas a una época pasada –tal vez-. La sensibilidad expresionista lograda, a su vez, levanta el velo sobre las intenciones reales. Hay alusión desde la subjetividad del artista a la violencia simbólica de una sociedad cargada de prejuicios y dogmas, a los roles y estatus sociales. El hecho, incluso de privar al espectador de los títulos de cada obra, es una forma de demostrar el nivel de indefensión hoy ante escenas que se suceden en la cotidianidad. Hacia allí, creo nos guía el artista, hacia su modo de ver al mundo.
La obra de Yudel Francisco, puede no ser bien recibida por aquellos que disfrutan de una pintura amable a la vista, “bonita” dirían otros. Cargada con una autenticidad pocas veces encontrada en otros artistas de su generación, esta producción – una treintena de piezas-, este artista antepone la intensidad de la paleta, y la sinceridad de la pincelada antes que el resultado formal o esperado por la mayoría del público. A pesar de intentar reflejar una época pasada, donde el artista juega incluso con objetos como una fotografía antigua para darnos esa impresión, las escenas son intemporales. Las pinturas parecen no estar terminadas, sino detenidas en el proceso, en el tiempo, a la espera de que el artista vuelva a ellas con la misma pasión. Es tal vez aquí que encuentro su punto de conexión con Cecily Brown, una de las artistas a las que en ocasiones ha aludido como referente directo. Brown piensa en este proceso como «detener un momento y/o detener y comenzar el tiempo en una pintura».
¿Estamos entonces ante un artista contemporáneo que pinta escenas de un pasado de manera expresionista, o ante un expresionista fuera de época? En cualquiera de los casos, logra reconfigurar una realidad, cargarla al extremo de dramatismo, y pone al visitante a repensar cada escena, intentando descubrir que hay más allá.