Dejo aquí el enlace al texto «NOTAS IMPERFECTAS SOBRE EL ESCENARIO VISUAL CUBANO A COMIENZOS DEL SIGLO XXI» de Nelson Herrera Ysla, de necesaria lectura para todos.

💡Creo, es una brújula moral para orientarnos entre tantos fenómenos que hoy están presentes en el escenario de las artes visuales en Cuba.

👌🏽Significo un fragmento cardinal, en mi opinión, en este camino que empiezo a recorrer:

«(…) En medio de esa paulatina disolución de aquellas fuerzas vivas, pujantes, atrevidas, y una nueva generación clamando espacio y oxigenación, asomó un escurridizo y astuto coleccionismo extranjero a fines del pasado siglo luego de que Peter Ludwig promoviera en sus predios expresiones artísticas “hechas en Cuba” a tono con lo sucedido a nivel internacional. Ya Alex y Carol Rosenberg habían emitido señales de un cierto interés en los Estados Unidos por algunos artistas cubanos… aunque quizás sin la fuerza del poderoso empresario alemán. A ellos les siguieron otros coleccionistas a comienzos del siglo xxi: Ella Cisneros, Luciano Méndez, Gilbert Brownstone, Borlenski y, recientemente, Nivaldo Carbonell. Y hasta se creó, cosa extraña, un Museo de Arte Cubano en Viena. Ello avivó, de manera inesperada e insólita, el fuego de un mercado extranjero dentro de Cuba.

Junto a tal fenómeno surgió otro mercado asociado al turismo (casi como uña al dedo), los cuales parecían entrever una “auténtica” opción para salir airosos económicamente del subdesarrollo en que vivimos. FCBC, Artex, ACAA, Habaguanex, Palmares, Gaviota, se frotaron las manos viendo en esa aventura sin experiencia previa las maneras más orgánicas y honestas de contribuir al desarrollo del país, importar divisas y crear de paso otra imagen del arte y la cultura cubanas. Hacia esos territorios, localizados en cayerías y hoteles dispersos por la Isla, se dirigió una masa de creadores a sabiendas de que esos eran sus legítimos espacios para triunfar.

El tiro de gracia a esta situación lo dio Galería Continua al introducirse a bombo y platillo en el escenario habanero y las bienales de La Habana desde su oncena edición en 2012. El interés despertado por esa galería extranjera tocó corazones y mentes de muchos, y las puertas de instituciones cubanas gracias a un sistema coherente y tentador de exposiciones dentro y fuera de Cuba, becas, pasantías, catálogos, viajes, promoción internacional. De tal modo, se fue forjando un extraño, enrevesado, poliédrico, retorcido, modelo de mercado. ¿Influyen en la creación estética estas situaciones azarosas, por un lado, manipuladas por otro, ideales para algunos y peligrosas para muchos? Nada documentado, sin regulación ni control, a veces aleatorio, subliminal, glamoroso, el mercado se abrió paso para encandilar a la mayoría de nuestros artistas. Pocos sienten deseos de aventurarse en acciones novedosas, audaces, revolucionarias si se quiere, capaces de violentar sus cauces habituales o sus llamadas ahora zonas de confort. Los más reconocidos permanecen en la tranquilidad de sus espacios privados a la espera de una que otra invitación a exponer o seguir disfrutando de un cierto status ganado por muchos años de trabajo (…)»