Exposición Jardín (Ríos Intermitentes)
05.04.2022
Las facilidades de las tecnologías me permiten estar virtualmente en esta exposición. La distancia geográfica y la imposibilidad de asistir a la etapa de Ríos Intermitentes de la 14 Bienal de la Habana, no impiden visitar algunas de las muestras más significativas. En esta ocasión son las obras que componen la exposición «Jardín» de Adrián Socorro. Evidentemente, este artista tiene el mérito de una producción insaciable de obras, pues recién a inicios de año presentó una muestra personal inmensa, y ahora participa nuevamente con piezas especialmente pensadas para la ocasión.
En la propuesta actual, encuentro una apropiación y tropicalización -si pudiéramos llamarlo así- de los conceptos que El Bosco hace más de cinco siglos abordó en su pieza «El jardín de las delicias». Los estudiosos de esa obra significan que en una de las tablas que componen ese famoso tríptico, el Bosco «representa al mundo entregado al pecado y muestra a hombres y mujeres desnudos manteniendo relaciones, con una fuerte carga erótica o sexual, alusiva al tema dominante en esta obra, el pecado de la lujuria, aunque no sea el único.» Es por eso que me aventuré a señalar la relación entre esa obra y la muestra hoy de Socorro. Cada una de las piezas de Adrián tienen esa carga de lujuria y pecado, ahora aterrizada a las noches bohemias de las ciudades. Pudiera señalarse que cualquier ciudad principal de la isla tiene esas escenas, por lo que hace imposible ubicar las referencias de este artista para mostrar esos ambientes.
En cierta medida me recuerdan, además estos óleos, a Henri de Toulouse-Lautrec, el pintor que tanto representó los cabarets, las prostitutas y la vida bohemia de Montmartre. Ambos, salvando las distancias de estilo, épocas y jerarquías artísticas, realizan un registro etnográfico de la vida nocturna, casi como cómplices de los sucesos que plasman en sus obras. Toulouse-Lautrec convivió con aquellas mujeres prostitutas para captar sus esencias, Socorro sé que disfruta de bares y lugares nocturnales, así que evidentemente reinterpreta esas realidades desde su estilo entre lo abstracto y lo figurativo.
Es interesante la forma desenfadada con la cual Socorro representa esos pecados y actitudes lascivas y provocativas. Sobre esto, ya Andrés Isaac en sus lances amatorios había señalado «Socorro es un pintor visceral y colorista hasta el delirio. Pero también es, a tenor de lo que veo, un macho alfa. Esto último alimenta el mito de los cubanos, lubrica las zonas de forcejeo escabroso en las que el morbo y el erotismo no se resisten a sí mismos. «Coincidiendo con los puntos de vista a AI, me atrevo a agregar que a este artista le acompaña una capacidad de observación única que le lleva representar como pocos esos tabúes de nuestra sociedad. Creo entonces que antes estas palabras no queda más que disfrutar de las delicias del «Jardín» de Adrián Socorro, en esta nueva entrega de su producción fecunda.