Exposición Del espejo y la paciencia
18.03.2022
Camejo ha asumido el riesgo de ser un pintor cronista de su ciudad. Afirmo esto pues a lo largo de las variadas series que hemos visto salir de la paleta de colores que domina, ha sido La Habana siempre un motivo de su obra. Cronista visual al fin debe ser fiel a la realidad de la ciudad que pinta, y que mejor manera que poner a dialogar una Habana elegante tomada de las imágenes fotográficas de la época de esplendor, con una Habana dolida vista con ojos de caminante diario. El artista inspirado en las fotos de revistas encontradas en Internet, donde los fotógrafos de la época tomaron escenas de una ciudad que vibraba, las reprodujo con ese uso él sabe hacer de los colores blanco y negro en el acrílico sobre cartulina. En contraposición a estas ya logradas piezas de por sí, logró ubicar lugares casi exactos de la otrora ciudad luz y con una paleta de colores brillantes muestra los colores de la tristeza con que hoy muchos miran a una Habana mustia.
Por eso es que afirmo que Camejo es leal a su ciudad, muestra su entorno tal como lo recibe, decodificando el texto urbano de una manera especial. La contraposición de una época con otra a través de dípticos con escenas de mismos espacios, expresan los cambios en la iconografía que para nada hablan de una modernización como esperaríamos esperanzadamente ver. Estas miradas cruzadas, de manera crítica y creativa a la vez sirven para mostrar las contradicciones que se está viviendo hoy a cinco siglos de urbanización de esta ciudad. Algo si no ha cambiado de la urbe que Luis Enrique disfruta recreando, y es la velocidad de la vida diaria, su gente dinámica en las mismas calles de ayer, hoy y no sabemos mañana.
No es casualidad que las obras tengan como escenarios los bulevares y zonas céntricas comerciales de la Habana Vieja, es que ahí se siente desde lo visual el pulso de la ciudad, que vive agitado, una constante en cinco siglos. Eso es lo que disfruta reflejar este pintor con letras mayúsculas. Otros hubieran enfocado su mirada a la arquitectura afectada por el paso de los años, pero Camejo habla de la gente y la relación con su ciudad. Lo importante para él es ese vínculo del cual es partícipe por naturaleza. Como cronista conoce que solo una mirada antropológica podrá dar al espectador, de Cuba o foráneo, una panorámica de la ciudad, de sus citadinos y la forma en que la miran, viven y sienten.
Ese dominio visual de la ciudad, tiene un sello tanto en las cartulinas como en los dos lienzos que coronan la sala de la galería, el cual es percibido por el espectador. Las obras de Camejo dan una relación espacial con esa ciudad, con su arquitectura, con su gente… Es tal vez ese sello el que le gana adeptos a este creador, y le abre un mercado que contribuye a aumentar su capital simbólico como artista.