Exposición Por la línea

Michel Mirabal

10.01.2021

Casa del Caribe

«Las raíces de un artista son profundas e inextricables, como las de los grandes árboles, y si uno se empeña en seguirlas hasta sus confines, descubre que es imposible sujetarlas dentro de una comarca, nación o continente, pues corren, libérrimas, por todos los territorios de lo humano, ese universo» señaló Vargas Llosa, y esto lo sabe El Mío. Pasaron las fechas de celebración de sus 25 años de carrera artística y la Covid o las voluntades impidieron hacer esa merecida exposición. 12 series a lo largo de estos años, Manos, Patios, Tazas, Crucifixiones y la más conocida, Banderas. Muchas de las piezas, bendecido por el mercado, ya no están en Cuba. Algunas, las mejores tal vez, forman parte de su colección personal y le ha costado deshacerse de ellas, soy testigo. Es entonces que Santiago, siempre hospitalaria, le brinda esa Casa que es del Caribe para que en reducida selección muestre aquellos dibujos que son su esencia como artista.

«Por la línea», tiene dualidad de significado. Las líneas caracterizan el dibujo de Mirabal y la conducta que mantiene como hombre, amigo y artista por ese orden. Teniendo la posibilidad de vivir en cualquier parte, incluido los EEUU, Michel optó por seguir firme a las raíces de su abuela, a esa cubanía que está en cada obra, a ese barrio marginal que le vio crecer. Por eso le entiendo cuando dice dolerle que ser candil de calle y oscuridad de la casa. Tener una obra incómoda para algunos, transgresora para otros, con ese discurso que se nutre del barrio poniendo los puntos donde van, cotidiana y fresca, ha hecho que muchos espacios legitimadores como lo son las galerías cubanas no le abran las puertas.

Una mirada rápida a su trayectoria señala como última exposición en Cuba aquella de 2015, “Proteína” en la Galería Galiano, luego de eso su propio estudio “Finca Calunga” ha sido el único espacio para presentar su obra. Paradójicamente, Aspen Art Gallery (USA) ha movido todos estos años su trabajo, legitimándolo internacionalmente. Otro artista hubiera pasado por alto el olvido de aquellos que lo hicieron crecer y hubiera seguido adelante, pero El Mío no. Él quiere que su obra se vea en Cuba y por los cubanos, esa es su línea de pensamiento. Así es que toma el menor pretexto para cargar con su colección y desembarcar en Santiago de Cuba. Comisario de su propio arte no tiene pena en decir que quiere exponer y llega cuelga sus piezas, acondiciona el espacio y se relaja. No es la primera vez que asume este rol, testigo son Aeropuertos, Universidades (tres), y otros lugares que hoy tienen murales con su obra.

Hoy nuevamente el “mulatico que salió de un barrio marginal de La Habana y que soñó con ser artista y cronista de la sociedad” se impone a los obstáculos objetivos y subjetivos. Con la misma valentía que sale defendiendo el proceso en que cree, cuando le llaman y cuando no, ahora criticado por ser quien es, no cree en pleitesías y se une a la conga de los Hoyos y celebra poder exponer. Solo se le oye decir ¡Gracias Santiago!