Exposición Serunomismo

Adrián Socorro Suárez

05.01.2022

Galería Pedro Esquerret (Matanzas)

Siempre habrá quienes al ver esta muestra comenten por lo bajo que hacer una exposición personal de autorretratos es tamaña personalización de la banalidad repitiendo hasta el cansancio más de cuarenta imágenes en distintos escenarios o escenas, pero al final el mismo resultado: la auto-contemplación del Yo de Socorro.

A esos solo les puedo decir que la mente de un artista como este, revoluciona miles de veces por minutos y mucho más durante estos meses de confinamiento. Por tanto, esta es sin duda alguna una exposición de expresión creativa voluntaria, donde habla de la biografía de sus días que son también la de muchos. Que ese Yo repetido, no es más que la fragmentación interna de la que muchos aún no hemos tomado conciencia y que habla de la capacidad de desdoblarse que tiene el ser humano. Ya Andrés Isaac en su “Gramática de resistencia” desde las redes nos alertaba sobre ese “furor de la auto-mirada” de Socorro, y ahora somos testigo de esa «visceralidad y colorismo hasta el delirio».

No es nuevo que los artistas aborden el autorretrato en la búsqueda de su identidad. Pudiera mencionar tantos artistas que han recurrido a esta forma de autoconocimiento, de construcción de una imagen personal y en igual forma intentar entender lo que ve el resto de la sociedad de ellos mismos. Para nada las piezas de Socorro escapan de este fenómeno. Me atrevo a suponer que la curaduría de esta exposición debió haberse trazado desde el principio como un mapa del mundo íntimo de Adrián, donde ese diálogo entre curador artista haya estado dirigido más por la declaración de intenciones del propio Socorro que por otro elemento a la hora de seleccionar las piezas y su ubicación en el espacio. Recorrer la sala es tener de primera mano un testimonio de quien es este hombre, amigo, artista por ese orden y como se proyecta al mundo.

Adrián indaga de cierta manera en la construcción (y los estereotipos) de la imagen corporal. Usa su cuerpo desde varios puntos de vista, el perceptivo propiamente dicho, con dominio de las escalas con relación a los objetos con los que se hace acompañar dígase árboles, animales, construcciones y más. Desde lo subjetivo reflexiona sobre meses de creación en el taller, pausados por pequeñas esperas de mejoría, y se nota en lo que se proyecta por el artista sobre el lienzo sus estados de ánimo, depresiones y alegrías. En lo conductual unas veces se exhibe llegando al desnudo y otras la figura humana casi desaparece entre las paletas de colores y los fondos difuminados.

El propio Adrián a veces no se reconoce fácilmente en sus propios autorretratos, intenta proyectarse en los lienzos, no mirándose al espejo sino saliendo de sí y mirándose desde afuera a él mismo y a su mundo. Creo que, a los que cuestionarán la muestra y la auto-contemplación de este artista, deberían aconsejarles autorretratarse, tal vez así comiencen a verse de una forma nueva a sí mismos y a los demás. Y quien sabe y tal vez como Socorro, empiecen a ser uno mismo y no como los demás quieren que sean.