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Factoría diseño inauguró a finales de octubre la exposición colectiva «Concretando», disponible al público todavía en su nueva sede de la calle Santa Clara No. 8.

Por: Claudio Sotolongo

Fotografías: cortesía del autor.

De la misma manera que concreto en su segunda acepción es un anglicismo, proviene del inglés concrete y significa mezcla de agua, arena, grava y cemento, el arte concreto detalla su programa en un manifiesto publicado en 1930 en la revista homónima, y es ante todo una rebelión contra el impresionismo. Implica un compromiso hacia la autonomia del arte, y se hace eco del progreso y del desarrollo cientificos. Afirma que la obra pictórica no es más que sí misma, como queda consignado en el punto tres de las bases de la pintura concreta:

El cuadro debe estar construido en su totalidad con elementos puramente plásticos, es decir, planos y colores. Un elemento pictórico no tiene otro significado que «sí mismo» y, en consecuencia, el cuadro no tiene otro significado que «sí mismo». (Art Concret, 1930).

Justo después de la crísis económica de 1929, y en parte como reacción a esta, la noción de arte concreto responde a la creencia en el progreso económico como solución a los problemas de la humanidad. A diferencia de otras corrientes artísticas que le son contemporáneas y cuyo lenguaje formal se aleja de la figuración, pero sigue siendo una representación del mundo tal como lo son la abstracción lírica, la geométrica, el cubismo sintético o De Stijl, el arte concreto se centra en las potencialidades del lenguaje pictorico como principio y fin en si mismo.

José Angel Toirac.

En 1930, la fascinación por las ciencias, en especial las matemáticas, la física y la química que experimentan los artistas los hace reflexionar sobre la forma misma de concebir las artes, especialmente la pintura. Esta praxis artística prescinde de la subjetividad, la intuición o la irracionalidad en lo que a forma refiere, pero también en cuanto a contenido, ya que no tiene valor de signo y la obra no puede sino «hablar» más que de ella.

El arte concreto se concentra en el material pictórico para generar un objeto que es significante y significado en sí mismo y de sí mismo. No representa o sustituye, en efecto se opone a la representación en las artes. Las obras que se derivan de esta manera de entender la producción artística se clasifican como abstractas, pero a diferencia de la objetividad minimalista, del lenguaje conceptual; del expresionismo abstracto y su cuestionamiento de la moral humana a través del action painting, donde la acción comunica la emoción, o del colour field painting, de carácter y búsqueda místicos; la abstracción del arte concreto expande la idea de la autonomía del arte hasta el límite del soliloquio.

Roger Toledo.

El arte concreto no apuesta, va al seguro, no hay ganas de hacer, sino un arte hecho, como respuesta y reflejo de su tiempo. La decadencia del arte bohemio debe ser superada por un arte alineado con el pensamiento indsutrial. En 1930 Van Doesburg ha concluido ya su paso por Weimar (1921-1925), donde estuvo estrechamente ligado a la Bauhaus, con quienes publica su ensayo Priciples of Neo-Plastic Art (1925), sexto de los catorce libros que publicará esta institución. Su pensamiento es clave en la transición de arte-artesanía a arte-tecnología que va a impulsar el movimiento racionalista derivado de esta importante escuela. Sin embargo, a instancias de Walter Gropius, Van Doesburg no llega a integrar el claustro, a cargo de los cursos básicos se suceden Johannes Itten y Lazlo Moholy-Nagy, quien impulsa junto a Herber Bayer, exalumno y graduado de tipografía, el lenguaje racionalista que caracteriza la producción más significativa. El arte concreto y las enseñanzas de Van Doesburg son solo un aspecto en el desarrollo del lenguaje racionalista. Un lenguaje pretendidamente universal, que si bien responde a las leyes de la percepción, y es en efecto un producto cultural de su contexto, deberá reinventarse en la medida que pasa a otros contextos culturales como lo son el estadounidense, el brasileño o el cubano. El movimiento moderno será entonces una variación sobre el racionalismo, mucho más rico y amplio, culturalmente más diverso, y con diferentes variantes expresivas.

En La Habana de los años cincuenta la armonía entre expresiones artísticas se logra en algunos espacios arquitectónicos como los edificios del Retiro Médico, el hotel Habana Hilton o el Centro Fílmico. Durante años los paradigmas del pensamiento moderno fueron reinterpretados en la ciudad, y es quizás la condición única de La Habana del siglo xxi, donde aún se observan estos y otros edificios lo que la convierte en un atractivo para los estudiosos. Mientras en otras capitales, barrios enteros de la primera mitad del siglo xx dieron paso a nuevas urbanizaciones, en La Habana quedaron congelados, seguimos respirando esa sensación de modernidad, pero el mundo cambió y son otras las preocupaciones que interesan a los productores de imágenes y de objetos.

Ernesto García Sánchez.

La mayoría de estas han hecho que los artistas y diseñadores abandonen los rígidos presupuestos de la abstracción, y dentro de esta el arte concreto, para entregarse a búsquedas más abiertas y menos restrictivas, más contextuales, ancladas en su cotidiano, que responden a su sexualidad, su religiosidad, su orientación sexual y su preocupaciones medioambientales, y aunque pueden expresarse a través de formas básicas y planos de color o texturas, tienen sus referentes en realidades cada vez más complejas. No hay un ejercicio de concreción, sino de expansión, de multiplicación del lenguaje, intenciones de tomar el pulso de la realidad, con mayor o menor éxito y desde poéticas modernas, postmodernas o contemporáneas que confluyen ocasionalmente en proyectos colectivos.

Esta necesidad de expansión, de tomarle el pulso a la realidad cubana contemporánea queda asumida en Concretando, donde a manera de gabinete de curiosidades, se disponen las obras de una treintena de creadores, entre diseñadores y artistas visuales. Las piezas de pequeño formato inundan el espacio, algunas en relación con el mobiliario, como la serie que inspirada en Love de Robert Indiana nos presenta José A. Toirac o las piezas de Infraestudio distribuidas alrededor del mobiliario de oficina de inspiración moderna y las de Roger Toledo en diálogo con un hermoso mueble adosado en el mezzanine. Otras se disponen sobre tableros de PVC en el centro del espacio principal: mayoritariamente joyería, luminarias y cerámica de autores tan diferentes como Mayelin Guevara, Nelson Ponce o Luis Ramírez. Aquí cada cual hace suyo el desafío de interpretar su realidad.

José Angel Vincench

Abel Barroso e Inti Hernández optan por la construcción de realidades alternativas al alterar dimensiones y escalas desde el trabajo en madera, José A. Vincench ejecuta variaciones espaciales desde la superposicion de caracteres tipográficos que esta vez presenta en volúmenes. En Ernesto García Sánchez se da una iteracción del arte concreto, en la cual lo fractal se une a lo minimalista. Sus trazados en el espacio recuerdan la paradoja de la línea de costa desarrollada por Benoit Mandelbrot. Cuando menos inocente, resulta la pasión por la originalidad del camagüeyano Roger Toledo, rasgo arquetípico del artista moderno, nihil novi sub sole para un mundo cargado ya de demasiadas citas y referencias al decir de Umberto Eco.

David Beltrán.

No obstante, una exposición colectiva dista mucho de ser una propuesta de colaboración, cuando más puede proponer una visión panorámica, a manera de diorama sobre cómo un conjunto de individuos perciben una realidad, a veces suya, a veces ajena. Las sinergias o los espacios de creación colectiva presuponen una interacción a lo largo del proceso, cuyos resultados no siempre superan al conjunto de individualidades que lo conforman. Una gran obra colectiva, de alcance social a escala de ciudad solo puede llevarse a cabo desde el urbanismo; cualquier otra desviación es cuando menos, pretenciosa.

Si bien los espacios cualifican, también lo hacen las palabras, el nuevo desafío está en encontrar aquello que más allá del gusto individual está alineado con las nuevas transgresiones en los espacios del arte o del diseño, incluso de ambos y no se trata de ambientar un espacio privado, sino de provocar emociones, sensaciones e inquietudes en el público y esa es la responsabilidad de los espacios públicos para con sus contextos locales, regionales o incluso, a veces, nacionales.

Originalmente publicado en http://cnap.cult.cu/noticias-arte-cubano/consideraciones-sobre-el-arte-concreto/ 01 Dic 2022