Exposición «Pintar a contratiempo»
Alejandro Campins / Michel Pérez / Juan Miguel Pozo
16.10.2018
Centro Hispanoamericano de Cultura de La Habana
Fragmento del texto de Iván de la Nuez para la exposición
«Desde el principio de nuestros tiempos, a los humanos nos ha rondado esta incógnita: «¿y nosotros, qué pintamos aquí?» La pregunta identifica el acto de pintar con el hecho de vivir: «pintar algo» significa estar vivo; o simplemente «estar», que ya es bastante.
Claro que este no es el único significado de la pintura, que hoy puede calificarse como un arte a destiempo. Y no sólo por su testaruda persistencia en esta época, cuyas tecnologías insisten en desterrarla al mismo tiempo que la copian sin contemplaciones: basta con que nos fijemos en la simultaneidad digital evocando al cubismo, la pantalla replicando al marco, o el píxel trayendo el esfumato a la memoria.
A todo esto también habría que añadir su ritmo. Con su cadencia analógica, su presteza manual y esa secuencia que incluye el apunte, la preparación de la tela, la espera del secado, los pasos atrás para tomar distancia, el retoque…
El tempo de la pintura es, pues, el compás de la respiración. Tal vez por eso, cuando Marcel Duchamp se pasaba un tiempo sin pintar, decía que estaba ocupado en sus «clases de natación».
En el acto de pintar hay algo fisiológico, por muy intelectual que nos parezca una obra salida de un pincel, al final siempre arrastra algo visceral consigo. Como un anacronismo consciente que, como la música disonante o directamente desafinada, le entra «atravesado» a esta época.
En ese contratiempo, la pintura no ocupa el lugar de la revolución, sino el de la resistencia. Y en cada pintor se esconde un Chateaubriand que trabaja para perdurar más allá de su vida. Un fantasma dispuesto a aprovechar las ventajas de estar muerto para seguir «pintando algo» en ultratumba.»