Carlos Quintana
27.01.2018
Galería Orígenes
Sorprenden esta cuarentena de obras, fuera de cualquier límite, solo aquel que traza la creatividad de este «señor» artista. Carlos Quintana (La Habana, 1966), abstracto por naturaleza propia, nos pone a dialogar con obras que describen su mundo interior, lleno de misticismo en una especie de caos, pero en el fondo con un orden bien definido. Y es que el mundo interior de Quintana no es más que una defensa ante lo que le rodea en el día a día, y así lo describe en esta muestra.
Los colores, formas y contenidos están muy presentes en las piezas, a través de lienzos gigantes e instalaciones de gran complejidad por la multiplicidad de elementos que poseen. Las obras de Quintana -un artista humano- no podrían ser concebidas ni ejecutadas sus figuras si estas no estuvieran en su corazón. Seguramente están, además, en la atmósfera que respira, en la sociedad en que se mueve, en las necesidades por completo distintas de la vida actual, parafraseando al Maestro. Cada pieza: un misterio; ¡cada abstracción, un goce para los sentidos!
En palabras al catálogo por Vallée François, “Quintana encarna la predicación rimbaldiana del artista visionario que está conectado a la energía del mundo para hacer del color una fuerza y del trazo el cercado de un campo magnético”. Un imán que es la obra para un público que conecta con el artista.
El uso de espejos y la intervención sobre ellos, el olor propio de elementos recién sacados del mar, la mística afrocubana en las figuras y conceptos manejados, todos estos elementos confluyen en hacer una obra impresionante. Al referirse a la obra de este creador, Fernando Castro Florez también apunta: “Cuando vuelvo a contemplar la pintura de Carlos Quintana, con su proliferación de cuerpos, las acumulaciones de cabezas, la sexualidad extraña, el lujo del dibujo y el chorreo placentero o caótico de los colores, pienso que lo que quiere encontrar no es una figura sino un lugar, esto es, intenta convertir el cuadro en espacio habitable. Ahí está tanto lo onírico o fantasmal cuando los anhelos de la infancia, las obsesiones caóticas y el deseo corporal.”.
¡Una noche de descubrimiento, donde el viaje comienza ahí donde Quintana es abstracto!




























