Exposición Futurama

Douglas Perez

16.12.2021

Galería Máxima

Bienal de La Habana

Durante la década del 50, la Revista Carteles, fue de “imprescindible consulta para conocer el estado de la vida política, social y cultural cubana, latinoamericana y mundial de aquellos años. Carteles, animada por un espíritu ecuménico, llevó a sus páginas, sin frivolidades, lo actual y lo pasado, y atendió algunos de los más justos reclamos emanados de una nación sufriente y sufrida. (…) El humor y el costumbrismo fueron recursos muy empleados para llegar a su audiencia, llegando a volverse casi un estilo”. Ubicada en el epicentro de la publicidad y la industria gráfica cubana, durante el boom publicitario de la segunda postguerra sus diseños de portada e interiores reflejaron los “patrones de modernidad, confort y estilo de la cultura estadounidense” proyectándose hacia un futuro que se quería para la nación cubana. La promoción de los productos tradicionales y otros tecnológicos traídos desde el exterior proyectaron una idea de progreso aún lejano para la realidad de esos tiempos.

Andrés Isaac en texto sobre este artista señala: “La obra de Douglas, desde la ironía y el humor, dispensa una radiografía de esa gramática abusiva y pusilánime. El artista trabaja con un material sensible: la historia. Y lo hace atendiendo al hecho de que esta es una narración, una fabulación que usa solo ciertos índices de lo real para acreditar su presunta “veracidad”. De tal suerte, sus pinturas adquieren el rango de una ficción que rivaliza con ese otro relato”. Es entonces que sobre esta tesis me atrevo a mirar las piezas de esta serie “Vedado”, donde el artista reutiliza los códigos visuales ampliamente desarrollados en las ilustraciones de la Revista Carteles, así como de la época y haciendo un guiño a la serie animada norteamericana Futurama a través del título, y conecta todo a la realidad cubana de estos tiempos.

Ubica el escenario de sus historias en la lujosa y otrora exclusiva barriada de El Vedado, que fue al decir de la poeta Dulce María Loynaz ese “lujo que podía permitirse la ciudad”. ¿Y por qué El Vedado para desarrollar esta serie? Aquí Douglas esgrime esos criterios urbanísticos y arquitectónicos que ubican a El Vedado, entre lo tradicional y la modernidad, en un proceso continuo de evolución… como si desde los años 50 ya se fuera visibilizando el futuro de la ciudad.

El artista presenta la pieza como “Previsora” de este mismo año, -panel conformado por 9 segmentos- que reflejan una de las casas típicas del Vedado de construcción estilo capitalista, cargada de un simbolismo único por la historia que detrás se cuenta. Me recordó un texto leído titulado “El Vedado. Tradición y modernidad en la arquitectura habanera”, donde sobre este tipo de inmuebles se señala que “están hechas de tiempo, de un tiempo que se resiste a la miseria del olvido”. A lo largo del texto como en esta pieza de Pérez que viene acompañada de un proyecto de carpeta de láminas, se significa que “estas casas entremezclan lo arquitectónico y urbanístico con hecho históricos y sociales, y de la cultura, que marcaron hitos en el devenir de la ciudad y en ocasiones del país”.

En un juego entre los referentes gráficos, arquitectónicos e inclusive los elementos constructivos -pues el artista se divierte convirtiendo restos de materiales para empapelar las paredes de esas casas en soporte para dibujar y crear una pieza especial para esta muestra- viene a convertirse en una especie de “Curioso parlanchín”, seudónimo usado por Emilio Roig, historiador de la Ciudad, en la revista antes mencionada. Este personaje, en los textos destacaba el uso de términos y frases del momento como parte de su discurso, algo que Douglas refleja en su obra a través del texto con tipografías varias y cargados de humor dentro de las piezas. No pocas veces he escuchado de varios curadores y críticos como Elvia Castro, lo significativo del recurso que es el “texto y la caligrafía dentro de una pieza visual”, creo entonces que de esta serie pudiera decirse más por los especialistas.

Cada una de las producciones presentes responden a alertarnos, tal y como hizo “Futurama” en su momento en la televisión americana. Las tendencias que desde los años 50 se perfilaban para la sociedad cubana, que tras décadas de proceso revolucionario se “metamorfosearon” -sin desaparecer ni lograr esa sociedad perfecta- y ahora bajo la agudización y crisis de valores florecen remarcando los tipos sociales existentes, las costumbres de los grupos de individuos y sus prácticas a días de hoy.

Es entonces que este “curioso parlanchín” de las artes visuales, nos regala un Futurama ubicado en la barriada del Vedado, que nos hace pensar, reír y reflexionar sobre la importancia del arte como reflejo de una sociedad.