Exposición Las once mil vírgenes

Colectiva

10.12.2021

Galería Taller Corral Falso 259

14 Bienal de La Habana

La obra pedagógica de Antonia Eiriz marcó una generación de artistas plásticos cubanos. Esos mismos, a los que imagino, se les apretó el corazón cuando recibieron la solicitud de Tomás Nuñez-Johny de crear obras sobre una base de papier maché. Me ubico entonces en aquellos años donde Ñica, desde el reparto Juanelo se dedicó a enseñar a vecinos y amigos a confeccionar con papeles viejos de periódicos, colorear y esculpir varias piezas en esta técnica. Mujer visionaria, con fe inmutable en el poder creador de las personas. Ella misma “promovió y organizó con apoyo del Ministerio de Cultura la primera exposición colectiva de Papier Maché en Cuba, celebrada en el Museo de Artes Decorativas, en 1972”, según señalan quienes la conocieron. Así es que entonces, en esta especie de emotivo homenaje, ninguno de los convidados quiso quedar fuera. Artistas de distintas etapas creativas, consagrados, de mediana carrera, emergentes; con técnicas creativas varias, pero con un motivo principal: rendir tributo a la gran artista que es Antonia.

Para encausar el río de creatividad de cada invitado, este curador/artista en que devino Jhony, propone esa línea discursiva que toca a cada cubano: la religiosidad popular. Toma entonces el pretexto de la iconografía religiosa, y a la Virgen como icono primario para provocar al resto de los presentes. Una vez reunidas más de cincuenta vírgenes, es cuando en abierta alegoría a la leyenda de Santa Úrsula, esta exposición toma su nombre: las once mil vírgenes. Cada pieza lleva una mirada a su forma; cada artista vuelca en su virgen las imágenes, historias y alegorías de su práctica diaria. Como vírgenes reales (vinculadas a alguna de las tantas religiones practicadas en Cuba), cuando uno como espectador se detiene frente a ellas, siente la misma sensación que si se estuviese en una iglesia. Tal vez sea que las características del espacio que es Corral Falso, con paredes irregulares de piedra como las criptas donde han sido encontradas y adoradas por siglos las imágenes religiosas, dan ese sentimiento de sacralidad a las imágenes que hoy cohabitan y conforman una muestra museográficamente impecable.

Me detengo en cada propuesta. Unas causan esa emoción que se tiene cuando estamos frente a pinturas o esculturas monumentales, otras calman por la paz que transmiten a través de los colores e imágenes que llevan; algunas elevan y transportan hacia niveles altos de empatía o miedo. Esa continuidad a lo largo de la exposición de figuras tridimensionales y bidimensionales no aburre a quien la visita, pues siempre se descubre algún detalle pasado por alto. Recomiendo este peregrinar hasta Guanabacoa para esa visita pausada, calma, a solas con las “vírgenes” para escuchar el murmullo del diálogo entre ellas. Estas iconografías hablan de cubanía, del mar, de la tierra, de las personas, de lo sublime, de lo caricaturesco, del dolor, de la perdida, del amor…tantas expresiones que sería una irresponsabilidad de mi parte si en estas breves líneas intento explicar lo que tantos artistas han querido decir.

Algo si debo aclarar, aquí no hay interés alguno de aumentar la fama de alguna santa en específico, pues lo mismo se encuentra la representación de la Virgen de la Caridad del Cobre, que de la virgen Cecilia patrona de la música, que la de los Amantes, o la madre del Río, que María Caracoles y así infinitas representaciones. Este proyecto para nada sacrosanto y si muy humano, vale y se lleva las palmas. En tiempos donde el ser humano invoca, religioso o no, la ayuda sobrenatural para vivir, muchos artistas marcados por pérdidas y tristezas, por el ostracismo que ha causado esta pandemia, por la falta de voluntades hasta para crear, Las once mil vírgenes han venido a salvarlos espiritualmente. Por tanto, si en próximos recorridos de esta exhibición hacia otros espacios expositivos nacionales o no, logramos convocar a otros artistas a sumarse, creo entonces que haremos el merecido homenaje a la gran Antonia, salvada espiritualmente por sus creaciones en papier maché.