Exposición “La habitación del simulacro”

Rubén Alpízar

23.06.2017

Galería Villa Manuela

Para el crítico Joel del Río, Rubén Alpízar, es “uno de los creadores más cuestionadores y contestatarios de las artes visuales en Cuba desde los años noventa hasta ahora”. Desde su mirada «(…) Al igual que sus anteriores muestras El vértigo de la libertad (una serie sobre Ícaro), El gran juego, Vivir del cuento, Continuación del mito, El sabor de las lágrimas, o La reconstrucción de los hechos, entre otras, en La habitación del simulacro se sugieren diversos significados, todos anclados en la realidad cubana contemporánea, vista a través de reconocidísimos iconos extraídos del arte renacentista o de la estética pop». Criterio este que comparte Susana Méndez cuando afirma «Acude el creador a la memoria, en temas y discursos humanos, sociales, culturales, económicos y políticos en los que los contextos artísticos y extra-artísticos se funden en el absurdo para aportar una honda búsqueda de la verdad colectiva en un juego de sarcasmo, manejado con sabiduría y sensibilidad.»

El conjunto expositivo está compuesto por piezas de acrílico sobre lienzo, sobre madera y metal, y óleos sobre lienzo, pertenecientes a las series Mi arca (2017); Qué vida más sana, qué mente más perversa (2017); Pequeños vínculos (2016) y Buscando a Narciso (2017); en esta última el artista vuelve a su mecanismo de autorepresentación en un intento por, desde su propio reconocimiento y experiencia de vida, comprender a sus semejantes, describe la propia Susana en su texto para el períodico Cubarte. Continúa diciendo:

(…) Regresa en otras de las obras el artista a la recreación de figuras icónicas de la cultura global y a los mitos para transmutarlos en imágenes contemporáneas y cotidianas, como un Jesucristo surfeando; un Atlas cargando en su espalda una gran pelota de béisbol (tema que nunca abandona a Alpízar) o unos Rolling Stones, que dicen “estar en talla”, para hablar del hoy, no solo de Cuba, de ahí la universalidad que alcanza su discurso pictórico pleno de alusiones penetrantes; de reafirmación de cubanía y humanismo; de inclusión y abrazos.

Alpízar destaca en el grupo de artistas de su generación —graduación del 89 del Instituto Superior de Arte— por su maestría en la realización y por la utilización siempre de la apropiación de elementos de la historia cultural a través del humor inteligente y la parodia, justificados en las narraciones y leyendas que asume, la mirada sagaz que descubre las esencias de los sucesos y un conocimiento profundo del alma cubana. (…)

El propio Alpízar sobre su obra señala: “Utilizo los iconos religiosos, y los otros, para hablar un poco de la vida, para hablar de lo que pasa en Cuba —ha dicho Alpízar— pero también de lo que me pasaba a mí, de lo que le pasa al ser humano. (…) Con esos códigos toco temas locales, parto del mito también, ya sea cristiano o grecolatino para hablar de temas como la emigración. Es una cosa que me toca de cerca: se me han ido un montón de amigos, toda mi generación está fuera, quedamos tres o cuatro”.