Exposición “Solve et Coagula”, Marcos Antonio Arias

Exposición “Solve et Coagula”
Marcos Antonio Arias
17.04.2025
Centro de Desarrollo de las Artes Visuales

Hay exposiciones que no pretenden explicar el mundo, sino encarnarlo. “Solve et Coagula” —más que un enunciado hermético— es un acto de fe pictórica donde Marcos Antonio Arias Quia se entrega al lienzo con la vehemencia de quien sabe que el gesto puede ser un lenguaje más exacto que la palabra. La muestra, presentada en la sala Almacén del CDAV, no expone una tesis: convoca una experiencia.

Marcos trabaja con la pintura como si esta, aún tuviera algo por decir en un tiempo que parece haberla relegado a lo ornamental. La suya no ilustra: invoca. No ordena: desborda. Si la alquimia proponía la transmutación de los metales en oro, aquí la materia se transfigura en signos vitales. El rojo —protagonista absoluto— no se impone como un recurso efectista, sino como principio generativo: sangre, lava, carne, flor, herida, todo en uno. Es una pintura que late.

La curaduría, planteada a través de las series “DePresiones” y “Conjuros”, sugiere un juego de tensiones que, sin embargo, no alcanza a estructurar un recorrido con verdadero nervio. Las obras se articulan más desde afinidades intuitivas que desde contrastes calculados. No obstante, el montaje ofrece zonas de pausa y concentración que agradecen los sentidos: el espectador respira entre intensidades, y eso, en un espacio de arquitectura poco amable, es un mérito.

En términos de genealogía estética, este artista emergente , discípulo de Montoto en sus trazos, se sitúa en una órbita donde el neoexpresionismo —Per Kirkeby, Markus Lüpertz, Ciria— convive con una simbología contemporánea cercana a la de Hernan Bas o Ugo Rondinone. Pero el joven artista no imita: recoge las brasas de esas tradiciones para encender su propio incendio. Su interés no es el drama, sino lo sagrado. Y lo sagrado, aquí, no remite a la religión, sino a lo que arde sin consumirse.



Las obras iniciales de la muestra, densas y telúricas, plantean una pintura que parece erigirse desde lo sísmico. El soporte es campo de batalla, altar, reliquia. Luego, sin abandonar la tensión, la exposición se abre a una suerte de lirismo contenido: los árboles emergen como tótems, no como paisajes. La pieza central —un árbol rojo sobre fondo blanco-azulado— no busca representar, sino condensar. Es una visión después del fuego, un canto al arraigo tras el caos.



Donde la exposición tropieza, en mi opinión para nada excenta de equívocos, es en su aparato verbal. El texto curatorial, excesivo en su lirismo, termina por empañar lo que las obras dicen con claridad. “Solve et Coagula” —como principio— exigía otra alquimia: disolver la retórica y coagular las ideas que realmente encendieran el ojo.

Pero lo que queda es lo esencial: una pintura que no se disculpa. Marcos Antonio no está aquí para complacer con tendencias ni para disfrazar de trascendencia un repertorio estético. Lo suyo es una apuesta por el símbolo desde el trauma, por la materia como residuo de lo espiritual. Y en esa tensión —fértil, a veces dispareja— emerge una voz que aún se está forjando, pero que ya sabe que la pintura no es un fin: es una herida abierta.

Un comentario sobre “Exposición “Solve et Coagula”, Marcos Antonio Arias

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  1. No hay dudas que la muestra Solve et Coagula es eso, una «Muestra» del talento de dos: Marcos y Meira que al unirse, sin «pretendidas perfecciones» auguran y demuestran que lo importante es el desahogo espiritual y Marcos desde sus días iniciáticos ha trabajado con absoluta fidelidad sus experiencias, despojos, ilusiones perdidas o no, que al final, son las de todos.
    Esta muestra, tal vez pudo ser mas abarcadora, pero la esencia está en ella y ni Marcos ni Meira se equivocaron, solo pusieron en ella sus corazones, a disposición de todos, para que entonces cada cual piense, diga, escriba, comente lo que siente, porque en ello va la razón del arte.

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