Reflejos de Cuba: Arte en la Subasta Online de Bonhams 2025

La subasta Modern & Contemporary Cuban Art Online, que cerrará el 11 de febrero de 2025, no es solo un evento comercial, sino un viaje por la memoria artística de Cuba. Con 155 lotes que abarcan desde el período colonial hasta las propuestas más audaces del siglo XXI, Bonhams traza un mapa de la identidad cubana a través de pinceles, talleres y revoluciones. Este informe desentraña cómo la subasta refleja —y en ocasiones desafía— las narrativas históricas, al tiempo que revela las tensiones entre tradición y modernidad, género y reconocimiento, o mercado y activismo.

La subasta se despliega en cuatro ejes cronológicos, cada uno con su propio ritmo y contradicciones. El período colonial (siglos XVI–XIX) abre con paisajes románticos y retratos de una élite criolla que buscaba afirmar su identidad frente a Europa. Artistas como Esteban Chartrand (1840–1883) capturan palmeras y techos de tejas como símbolos incipientes de cubanía, aunque sus estimaciones (800–25,000 USD) revelan un mercado cauteloso con este legado. Aquí, las mujeres brillan por su ausencia: la Academia San Alejandro, fundada en 1817, fue un club exclusivamente masculino durante décadas, silenciando voces femeninas que hoy seguimos buscando en los márgenes de la historia.

El siglo XX irrumpe con la vanguardia: Víctor Manuel (1897–1969) y Amelia Peláez (1896–1968) reinventan el arte cubano fusionando modernismo europeo con raíces locales. Peláez, con su cerámica colaborativa Mural para la Casa Salesiana Rosa Pérez Velasco (estimada en 20,000–30,000 USD), demuestra que la abstracción puede ser tan criolla como un vitral habanero. Sin embargo, su legado sigue a la sombra de Wifredo Lam (1902–1982), cuyo Totem (1968) lidera la subasta con una estimación de 60,000–80,000 USD. Lam, hijo de un inmigrante chino y una madre afrocubana, encarna el sincretismo que define a Cuba, pero su consagración también evidencia un mercado que canoniza a los hombres mientras relega a las mujeres a notas al pie.

El arte posrevolucionario (1959–1980) lleva la ideología al lienzo. Raúl Martínez (1927–1995) y Manuel Mendive (n. 1944) mezclan símbolos socialistas con deidades yorubas, como en Carifesta de Mendive (estimada en 12,000–15,000 USD), donde los colores vibrantes celebran tanto la Revolución como los rituales africanos. Pero nuevamente, las mujeres quedan fuera del relato: Antonia Eiriz (1929–1995), cuya serie Las muñecas criticó la opresión de género en los años 60, brilla por su ausencia. ¿Dónde están las creadoras que desafiaron el machismo revolucionario?

El arte contemporáneo (1980–actualidad) rompe moldes con colectivos como Los Carpinteros, cuya Playa tóxica (lote 260W, 12,000–15,000 USD) ironiza sobre la burocracia socialista usando maderas pulidas y estructuras imposibles. Belkis Ayón (1967–1999), por su parte, despliega en ¿Tranquila? (lote 297, 2,000–3,000 USD) el misterio de las sociedades secretas abakuá mediante colografías que desafían la mirada colonial. Sin embargo, la subasta se queda a medias: privilegia la pintura y el grabado, ignorando el performance o el videoarte, medios donde artistas como Tania Bruguera han redefinido el arte cubano actual.

Solo 14.2% de los lotes (22 de 155) incluyen mujeres, ya sea como autoras únicas o en colaboraciones. Amelia Peláez y Belkis Ayón son las figuras centrales, pero sus trayectorias se valoran de modo desigual. Peláez, pionera del modernismo, logra la estimación más alta para una mujer (20,000–30,000 USD), mientras que Ayón, cuya obra explora el silencio y la exclusión, no supera los $8,000 USD. Esta brecha no es casual: el mercado sigue viendo el arte femenino como un nicho, no como inversión de alto riesgo.

Loló Soldevilla (1901–1971), pionera del arte concreto, ejemplifica otro tipo de invisibilidad. Su obra Sin título (lote 204, 1,500–2,000 USD) se subasta a una fracción del valor de René Portocarrero (1912–1985), cuyo estilo similar alcanza los $20,000 USD. Peor aún: en proyectos colaborativos como el Mural para la Casa Salesiana (lote 208W), el nombre de Peláez se diluye entre sus colegas masculinos, como si su autoría fuera un detalle secundario.

Las creadoras vivas enfrentan otro desafío. Flora Fong (n. 1949) y Sandra Ramos (n. 1969) representan a las pocas mujeres activas en la subasta, con estimaciones modestas (6,000–8,000 USD y 1,500–2,500 USD, respectivamente). Ausencias notables como Tania Bruguera (n. 1968) o María Magdalena Campos-Pons (n. 1959) —artistas que exploran migración y diáspora— revelan un vacío: el mercado prefiere el arte cubano como relato exótico, no como crítica social en tiempo real.

La incorporación de Daniela Águila Travieso (n. 1999) irrumpe como un rayo de innovación en el panorama subastador. Su obra La vida es un misterio… (lote 302, 1,000–1,500 USD), un surrealismo pop tejido con rostros andróginos y símbolos digitales, funciona como espejo de una generación que transita entre las redes sociales. Daniela, con solo 25 años, se convierte en la primera artista cubana menor de 30 en cruzar el umbral de las subastas neoyorquinas, trazando un puente entre lo analógico y lo digital desde una estética que desdibuja géneros y fronteras. Sin embargo, la estimación modesta de su pieza revela que el mercado aún percibe a los emergentes como apuestas tentativas, no como voces capaces de redefinir el canon. Bonhams incluye su nombre, pero la frialdad de los números cuestiona si realmente se apuesta por el futuro o simplemente se colecciona una anécdota, la puja dirá la última palabra.

José Diego Reina Utset (n. 1996) y Karlos Pérez (n. 1990) completan el capítulo joven, con estimaciones entre 3,000 y 5,000 USD.

Esta subasta es un espejo de Cuba: refleja su riqueza cultural, pero también sus fracturas. Mientras Lam y Peláez coronan el evento, las mujeres, jóvenes y vanguardistas contemporáneos luchan por espacio. La inclusión de Daniela Águila Travieso es un guiño al futuro, pero su valoración mínima cuestiona si el mercado realmente cree en ese futuro.

Bonhams ha logrado algo notable: reunir cinco siglos de arte en una sola venta. Sin embargo, al omitir prácticas disruptivas (performance, videoarte) y relegar a las mujeres a roles secundarios, repite viejos patrones. En un mundo donde el arte cubano se cotiza no solo por su belleza, sino por su capacidad para interpelar al poder, esta subasta es un paso importante, pero aún titubeante, hacia la equidad.

El verdadero legado de este evento dependerá de si los coleccionistas e instituciones deciden invertir no solo en obras, sino en las voces que las crean: mujeres, jóvenes y rebeldes que están reescribiendo —a pinceladas y martillazos— el próximo capítulo del arte cubano. Esperemos a mañana.

https://www.bonhams.com/auction/30449/modern-and-contemporary-cuban-art-online/

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑