Exposición “Peso Muerto”, Aluan Argüelles

Exposición “Peso Muerto”

Aluan Argüelles

16.04.2024

Galería Acacia

«Peso muerto», el provocativo título de la exposición de Aluan Argüelles, sugiere una reflexión sobre la inercia y la lucha en un contexto de opresión y desafío. La muestra entrelaza obras de anteriores exploraciones —»A priori», «Tempo» y «Territorial: Fuego»— en un diálogo que trasciende el tiempo y el espacio artístico personal del creador. Esta narrativa visual y conceptual despliega una dialéctica entre pasado y presente, entre el legado y el porvenir.

Contrapeso (…after Foucault). Instalación (contrapeso de bronce y cadena de metal)

Argüelles utiliza el fuego, tradicionalmente un medio de transformación y destrucción, como un idioma dentro del cual inscribe su obra. Esta elección no es azarosa; se trata de un acto deliberado de apropiación crítica que lo enlaza con una comunidad internacional de artistas que han explotado su potencial simbólico y físico. Artistas como Yves Klein con su serie «Fire Paintings» y Jannis Kounellis con sus instalaciones ardientes, han explorado este elemento con intensidad y fervor. Argüelles retoma este fuego global y lo contextualiza dentro del paisaje cubano contemporáneo, una geografía marcada por el peso de su historia y la complejidad de su presente, intenta ir más allá del gesto de consumir y renace de las cenizas, proponiendo un fuego que responde a la especificidad del contexto cubano, un lugar de complicaciones históricas y actualidad densa.

Pero mientras Argüelles hace uso del fuego con intención y finura, el texto curatorial tropieza en su propio rescoldo conceptual, jugando con la dualidad del fuego de manera que ocasionalmente se desvanece en el humo de su retórica. Por otro lado, la crisis de comunicación que propone, aunque relevante, se presenta de manera que enmascara la tangible experiencia sensorial de la obra con la abstracción de una discursividad a veces redundante. El texto intenta abarcar la vastedad de la práctica comunicativa y artística humana, pero en ese afán, pareciera perder de vista la esencia de la propia exposición, que se encuentra no en la grandilocuencia de la palabra, sino en la materialidad expresiva y la crítica directa que emana de la obra de Argüelles.

«Peso muerto» no necesita de una voz elevada para hacerse oír, y aquí radica mi principal desacuerdo con ese texto; el arte de Argüelles es un grito en sí mismo, un grito que se articula no en la cacofonía, sino en el susurro potente de las cenizas, en la sutileza de un minimalismo que desafía la saturación. Donde se intenta buscar un diálogo expansivo, Argüelles encuentra el poder en el gesto contenido, en la pausa reflexiva, y es sobre esta base que reafirmo: la necesidad de que los textos que acompañan respeten y reflejen la poética y la fuerza intrínseca de la obra, sin caer en la tentación de una verborrea que diluye más que destila la potencia del mensaje artístico.

La exhibición se transforma per sé en un alegato contra la saturación de significados, donde el fuego actúa como un catalizador que cuestiona la originalidad y la repetición. El minimalismo y la economía visual se convierten en un vehículo de expresión, una búsqueda de esencia que contrasta con la abundancia informativa de nuestra era. La instalación central, que desafía la gravedad con una viga diagonal, y la frase de Madame de Sévigné, «palabras que suben como el humo, y otras que caen como la lluvia», inscrita en la pared, invitan a una participación activa del espectador, a una lectura simultáneamente espacial y textual.

Las fotografías de Argüelles, en su aparente simplicidad, ocultan una profundidad de significado y una riqueza interpretativa que va desde la estética pura hasta la metáfora de la efímera condición humana. Estas obras no sólo deben ser observadas; son experiencias para vivirse, preguntas para reflexionar, conversaciones para iniciar. Los libros quemados presentes en la muestra son poderosos símbolos del ataque al conocimiento y la cultura, resonando con particular intensidad en el contexto cubano y en la esfera universal.

La materialidad de las piezas habla de la resistencia y transitoriedad del arte: lienzos marcados por el hollín y las cenizas evocan un arte que subsiste más allá de su aparente desaparición, un arte que persiste en su propia degradación. A través de estas formas, Argüelles critica un arte y un espectador propensos al consumo rápido, cuestionando la autoría y la originalidad en un mundo que parece haberlo experimentado todo.

«Peso muerto» actúa como una invitación al pensamiento crítico, instando a cuestionar y a provocar. Argüelles, más que un productor de imágenes, se erige como un crítico de su época, un generador de discursos. La exposición no busca ofrecer respuestas cerradas, sino abrir espacios para el diálogo y la interrogación, posicionando al arte como una herramienta vital de análisis y cambio social.

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