De Allá: Exposición «π=3,1416»
Carlos Garaicoa
24.02.2024
Galería Elba Benítez, Madrid
La exposición «π=3,1416» de Carlos Garaicoa en la galería Elba Benítez, se despliega como un cosmos en el que la constante Pi se convierte en un eje que atraviesa la memoria, el deseo y la urdimbre de la ciudad, siempre en diálogo con la arquitectura y la utopía. Al igual que Pi, los temas de Garaicoa no conocen fin; su obra es una reflexión sobre la infinitud, la repetición y el orden que surge del caos, elementos que resuenan con la naturaleza eterna e irracional de esta constante matemática. Garaicoa, en su práctica artística, abraza la naturaleza inacabable y en expansión de la ciudad, utilizando la arquitectura como una metáfora viva de las aspiraciones sociales y la historia política. Su obra captura los ideales utópicos y su decadencia, al igual que la ciudad misma, en un estado de perpetua construcción y deconstrucción, extendiéndose más allá de sus propios límites, en un reflejo de la secuencia interminable de Pi.







Cada edificio, cada historia que Garaicoa incorpora en su representación urbana, contribuye a un entramado más grande, al igual que cada dígito en Pi es parte de un conjunto infinito. El arte de Garaicoa invita al espectador a contemplar su lugar dentro de este entramado y a reflexionar sobre cómo las partes contribuyen al todo. Esta interconexión es fundamental para la comprensión tanto de su obra como de las esferas y círculos que Pi ayuda a entender. La exposición también toca la universalidad y la constancia. Pi, un número presente en todas las culturas y objeto de fascinación a lo largo de la historia, se refleja en los temas universales de Garaicoa: urbanismo, memoria, deseo y utopía. Estos conceptos resuenan a nivel global, encontrando su paralelismo en la experiencia urbana y la condición humana que caracteriza todas las sociedades.
El conjunto de la exposición se posiciona en un diálogo intenso con la pintura abstracta geométrica, no sólo en el contexto cubano sino también en la esfera internacional, particularmente reflejando las innovaciones y exploraciones de los años 60. Durante esa época, tanto en Cuba como en el panorama internacional, el arte abstracto geométrico se encontraba en un momento de redefinición y expansión, trascendiendo las fronteras del lienzo para explorar nuevas dimensiones y modos de interacción con el espectador. La pintura abstracta geométrica de los años 60, en Cuba y a nivel mundial, representó un punto de inflexión en la narrativa del arte moderno. Artistas como Sandu Darie y Loló Soldevilla en Cuba, junto con figuras internacionales como Frank Stella y Bridget Riley, estaban desafiando la percepción tradicional y el enfoque hacia la pintura. Esta generación de artistas comenzó a experimentar con la forma, el color y la estructura de maneras que no solo redefinían la planitud de la pintura, sino que también invitaban a consideraciones de espacio y percepción.




Las creaciones de Carlos Garaicoa se despliegan como una narrativa visual que retoma y enriquece el diálogo establecido por la vanguardia artística de la década de 1960. Sus bajorrelieves murales evocan una sensación de maquetas que esperan desplegarse, lo que podría considerarse como un legado de la experimentación con formas y profundidades que marcó a los precursores del arte abstracto geométrico de esa era. Estas piezas exudan un sentido de potencial cinético, desafiando la quietud tradicional del lienzo y proponiendo una experiencia más tangible y dimensional al observador.
La energía latente y la promesa de transformación que caracterizan a estas obras dialogan con el anhelo de aquellos artistas de los 60 por infundir dinamismo y vitalidad a sus creaciones. La geometría, lejos de ser un mero recurso estético, se convierte en un medio para capturar la transitoriedad de la realidad. En este contexto, la geometría se transforma en un lenguaje visual capaz de transmitir ideas complejas y de sumergir al espectador en la reflexión sobre la interacción entre arte y existencia cotidiana. Al nombrar sus obras con letras del alfabeto griego, Garaicoa hace un guiño a esta idea, utilizando la nomenclatura como una clave adicional para desentrañar las narrativas encapsuladas en sus bajorrelieves.








De esta manera, Garaicoa no solo rinde homenaje a las innovaciones del pasado, sino que también proyecta estas ideas hacia el futuro, manteniendo la conversación entre el arte y las disciplinas que lo rodean, como la matemática y la filosofía, y explorando las posibilidades ilimitadas del espacio y la percepción. Sus obras actúan como un puente entre lo que ha sido y lo que puede ser, llenas de la promesa de expansión y cambio, confiriéndoles una vitalidad que trasciende la mera visualidad para convertirse en una experiencia evolutiva y expansiva.
Garaicoa, al igual que los artistas abstractos geométricos de los años 60, utiliza la geometría no como un fin en sí mismo, sino como un vehículo para interrogar y expresar conceptos más amplios sobre la sociedad, la cultura y la identidad. Sus obras son tanto una reverencia hacia el pasado como una declaración de intenciones contemporáneas, manteniendo viva la conversación entre el arte y la matemática, el espacio y la percepción, la historia y la modernidad. Este artista juega con la tensión entre lo estático y lo dinámico, lo actual y lo potencial, lo que es y lo que podría ser. La energía contenida en estas obras y la promesa de expansión y cambio son las que les confieren su realidad como obras de arte. «π=3,1416» es entonces una exposición que celebra el arte como un fenómeno en constante evolución y expansión, rico y expansivo como el propio lenguaje.

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