De Allá: Exposición “Zonas húmedas”
Ariel Cabrera Montejo
14.09.2023
Galería Álvaro Alcázar (Madrid)
La prestigiosa Galería Álvaro Alcázar abre sus puertas al talento del artista cubano Ariel Cabrera Montejo con la exposición «Zonas Húmedas». Esta colección, que se exhibe desde el 14 de septiembre, es el debut en solitario como parte de la nómina en esta galería. La misma engloba alrededor de una veintena de meticulosas pinturas creadas en los últimos meses específicamente para esta ocasión. Cada pieza es un reflejo intenso y auténtico de la evolución artística de Cabrera, en donde se entremezclan episodios de la memoria cubana y críticas mordaces a los estereotipos masculinos de poder tradicional. Todo ello envuelto en una atmósfera donde el placer emerge como leitmotiv dominante, conduciendo al espectador a través de un viaje de sensaciones y reflexiones.






Cabrera, en su enfoque singular, nos presenta obras cargadas de matices y reinterpretaciones. Su técnica, que evoca más a la narrativa cinematográfica que a la pintura tradicional, se manifiesta en complejos collages que mezclan imágenes históricas en blanco y negro con escenas llenas de despreocupación y gozo. Mediante su distintivo estilo «neohistoricismo», el artista transporta al espectador a episodios emblemáticos del siglo XIX, como la Guerra de Independencia de Cuba. No obstante, a diferencia de representaciones más convencionales, Cabrera opta por un acercamiento que humaniza a sus personajes, mostrándolos con anhelos carnales, deseos lúdicos y sensaciones sensuales. Es un alejamiento audaz y deliberado de los heroísmos tradicionales, ofreciendo una perspectiva que destaca la humanidad y las emociones por encima de los arquetipos militares convencionales.




El enfoque de Cabrera, más allá de ser una simple representación artística, es en sí mismo un comentario crítico y reflexivo sobre la historia y la narrativa. A través de sus obras, no busca simplemente reproducir eventos históricos con precisión milimétrica. En lugar de eso, se embarca en un proceso de reinterpretación y re-imaginación, permitiendo que la historia se fusione con la ficción y la personalidad. A menudo, esto se traduce en una sutil, pero poderosa burla hacia los rituales y ceremonias de la Historia, poniendo en tela de juicio las narrativas establecidas y desafiando las percepciones convencionales. Cabrera juega con la Historia, llevando al espectador a cuestionar y reflexionar sobre la naturaleza de la verdad histórica y la manera en que las historias son contadas y recordadas, especialmente en contextos donde la historia puede ser un tema delicado y polémicamente manejado por regímenes políticos.





La obra de Cabrera es un reflejo fiel de su rico tapiz personal y cultural. Cada pincelada, cada detalle, está imbuido de las vivencias, pasiones e intereses que han moldeado su vida. Su profundo interés en la historia de su país natal, Cuba, no es solo un tema recurrente en su obra, sino también una fuente inagotable de inspiración. Además, su pasado como coleccionista —donde acumuló tablas americanas y europeas del siglo XIX, periódicos antiguos, fotografías y libros de viajes— ha dejado una huella imborrable en su estilo y temática. Su amor por el cine italiano no es simplemente una afición pasajera, sino que influye profundamente en la forma cinematográfica y narrativa con la que construye sus pinturas. Asimismo, su formación en diseño escénico no se queda atrás, dotando a sus obras de una dimensión teatral y escenográfica que las hace únicas. Todo este caleidoscopio de influencias y vivencias se traslada a su pintura de manera magistral, creando un universo artístico coherente y distintivo.






En la obra de Cabrera, una multitud de elementos convergen para crear un estilo inconfundiblemente suyo. Su habilidad para utilizar recursos formales es evidente en la manera en que invoca a la pintura expresionista de fin de siglo XIX, con marcada presencia de Sorrolla, con su rica paleta de colores y sus marcados contrastes de luz y sombra. Pero va más allá, fusionando reconstrucciones históricas que, si bien pueden parecer verosímiles a primera vista, se entrelazan con arquetipos que desafían las normas y nos transportan a escenarios donde el heroísmo se combina con el erotismo. Este balance delicado crea un ambiente idílico, casi onírico, que parece suspendido en el tiempo y el espacio. Y, al igual que un director de cine que teje cuidadosamente su narrativa, Cabrera entrelaza todos estos elementos, asegurándose de que cada detalle, cada matiz, forme parte de una historia más amplia que se desarrolla en la mente del espectador.

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