“Fantasía lírica para un ensayo del color (entre «fieras», trazos espontáneos y el instinto de un fauvista cubano)”

Cuando el famoso pintor galo Henri Matisse y algunos de sus contemporáneos se presentaron en el Salón de Otoño de 1905 (celebrado en el Grand Palais de París), una nueva página en la Historia del Arte Contemporáneo comenzaba a escribirse. La disonancia estilística de ciertas obras allí expuestas, devino pie forzado para que el crítico Louis Vauxcelles pronunciara la famosa frase que dio nombre a uno de los primeros y más originales movimientos
vanguardistas del siglo XX europeo: el Fauvismo. La sensación de hallarse «entre fieras» (fauves, en francés) definida por Vauxcelles, tenía su fundamento en la impresión que le causó el uso tan estridente de los colores cálidos (rojo, naranja y amarillo), así como el empleo de pinceladas intuitivas y discontinuas que rompían con los cánones tradicionales de la composición figurativa. Aunque el Fauvismo como movimiento pictórico no se extendió más allá de la primera década del pasado siglo, sus postulados teóricos y metodológicos han perdurado con el paso del tiempo. Artistas visuales de todas las épocas y latitudes han acudido a la exaltación cromática y la impulsividad creativa en aras de plasmar sus más diversas emociones, siempre teniendo a la naturaleza y el ser humano como ejes temáticos en las pinturas.


Leandro Mompié, joven artista cubano con una carrera en franco ascenso, nos invita en esta ocasión a reverenciar la huella plástica de Matisse y sus colegas fauvistas, a través de una muestra personal donde las anécdotas, paradojas y ambigüedades de sus personajes, marcan la ruta en esa especie de búsqueda perenne de la verdad interior y colectiva. Un total de ocho conjuntos y cuatro piezas autónomas conforman la propuesta expositiva de Poemario fauvista, gran serie pictórica cuya génesis se remonta al periodo de confinamiento asociado a la pandemia de la Covid 19. Tres elementos adquieren protagonismo dentro del discurso plástico: el retrato, la arquitectura y el paisaje, estaciones vitales de un itinerario donde las figuras representadas son asumidas como universos axiomáticos, en los cuales, a decir del artista, «la inercia y los movimientos contrapuestos de la propia pintura, confluyen hacia una sensación de incertidumbre y persistencia».


Sin abandonar completamente la expresividad fauvista, Leandro «juega» sutilmente con ciertos códigos del Impresionismo y la pintura metafísica y surrealista. Establece relaciones de subordinación entre luces y sombras y propicia el nacimiento de formas humanas, zoomorfas y geométricas, desprovistas –en primera instancia- de sentido o trascendencia para el espectador, a quien recomendamos no dejarse persuadir ante los entresijos del primer contacto visual. Una galería de pintorescos personajes asoma en la exposición. Es el plato fuerte en este convite poético, sin duda alguna, y los nexos entre el autor y cada uno de ellos bien pudieran servir de argumento para futuros escritos testimoniales y de ficción. Por lo pronto, Poemario fauvista apuesta por la reflexión y el cuestionamiento, por el diálogo y la metáfora, enalteciendo el carácter explícito del color como recurso formal, sin llegar al abigarramiento estéril contra el que tanto lucharon los pintores que Leandro Mompié ha fijado como sus principales referentes.

La Habana, 7 de abril de 2023

Lázaro G. Valdivia Herrero (Historiador y crítico de arte, profesor e investigador).

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