Exposición La espiral eterna

José Villa Soberón

25.11.2021

Galería de Arte Villa Manuela

El impulso al conocer de esta exposición fue volver a leer ese excelente catálogo sobre la obra de Villa Soberón que es “Hijo del espacio”. Las palabras de Llilian Llanes, Maria de los Ángeles Pereira, Abel Prieto Jiménez, Adelaida de Juan, Facundo Tomás, Miguel Barnet, Fernando Castro Flórez y otros logran evidenciar a todas luces la grandeza de la obra de este Premio Nacional de Artes Plásticas. Experimentado artista, que con la fuerza del mismo martillo con el cual conforma sus obras, ha marcado la historia del arte escultórico en Cuba. Hoy nos muestra las últimas producciones de sus esculturas geométricas, ya no al tamaño monumental al que nos tiene acostumbrado, sino piezas de un espíritu intimista casi minimalista. Tan es así que me atreví a señalarle a Villa en un momento entre la multitud de amigos y admiradores, que estas piezas son de esas que se ponen en la sala de la casa para siempre disfrutarlas.

La limpieza en la configuración de las formas geométricas, sus composiciones y ensamblajes entre diversos metales, el uso del círculo y las reinterpretaciones que del mismo hace, siguen siendo sellos indiscutibles de este artista. Esta exposición en el marco de la Bienal de la Habana, viene a conjugar esos conceptos teóricos que defiende este evento, con las disímiles figuras que están en la sala, espirales infinitas, círculos eternos, picos crecientes. Sin dudas se reafirma la importancia y calidad de la obra de Villa, y motiva a seguir estudiando la misma y aprendiendo de la pedagogía artística de este Maestro.

Muchos no han tenido la posibilidad de escuchar de boca de este, las declaraciones propias sobre su obra, como diría Llilian Llanes Godoy no es el típico santiaguero de palabras altisonantes y carcajada a flor. Aquellos que han compartido en la intimidad de su taller, con sus alumnos y creaciones podemos descubrir la fuerza de las piezas hoy mostradas no solo visualmente, sino en términos discursivos, he ahí que se aplaude la selección de la galería y el proceso curatorial. Esta es de esas exposiciones que deben recorrerse a sala vacía, para apreciar mejor la tridimensionalidad de cada escultura. En ese silencio es como mejor se podrá decodificar la dimensión espiritual de las obras, que indudablemente esta vinculado a la simbología de las formas, que durante toda su carrera Villa ha sabido imprimirles.

Me quedo de esta exposición con su fuerza, y me intriga aún más el proceso previo a la exposición. Las esculturas son resultados finales, alguna vez deberán mostrarse los bocetos de las mismas, ahí donde Villa perfila sus ideas sobre el papel y deja brotar su imaginación “geométrica y espacial”. Se vacía la galería lentamente y vuelve el silencio a reinar, Villa nuevamente nos ha regalado un pasaje a su mundo interior, donde rige el orden y la armonía a través de estas piezas, a la vez que eleva su espíritu nos eleva el nuestro también en una espiral ascendente y eterna.