12.03.2020
Centro Hispanoamericano de Cultura
Medialuna, la suma más allá de sus partes (Alfredo Coello y Osmani Domínguez Morales), vuelven a dirigir su mirada hacia esas circunstancias y convivencias que día a día formaron parte de la realidad conocida allá en su pueblo de la provincia Granma, cuyo nombre sirvió para nombrar esta relación artística. Ya nos tienen acostumbrados (recuérdense sus exposiciones anteriores como “A campo traviesa”) a traernos a las galerías esos objetos con dualidad de ser domésticos o instrumentos de trabajo de la vida rural, cada vez con un mayor contexto artístico. La exploración de las muchas posibilidades artísticas (conceptuales y poéticas) que estos jóvenes realizan, tiene un reflejo inesperado en cada “puesta en escena” en los escenarios de las galerías.
Esta vez, inspirados ahí, donde empieza lo que ellos vienen a llamar “El umbral de la montaña”, (re)piensan nuevas experiencias con el uso de estos objetos rurales o de campo. En esta ocasión, en una “realidad aumentada” no con el empleo de las nuevas tecnologías sino con el aumento de las dimensiones físicas de las propuestas. La galería del Centro Hispanoamericano de Cultura, parece pequeña para presentar obras “gigantes”. Hace un tiempo, Arturo Montoto presentó la exposición “Dark” donde objetos cotidianos sobredimensionaban sus formas “naturales”. Es evidente que la influencia del maestro sobre sus alumnos es grande y estos se han arriesgado a asumir el reto.
Ambos artistas asumen esa máxima de que estas obras son sujetos activos que pueden realizar cambios en su entorno, uno de esos cambios es, a mi manera de ver, dirigir la atención hacia las cosas sencillas que a veces por su cotidianidad pasan desapercibidas. Dándoles un discurso propio, en una tribuna privilegiada, una galería de arte. Este discurso cuando uno observa las piezas habla de liberarse de su uso limitado y funciones dadas por el uso común. Como buscando despejar el eclipse de las concepciones preestablecidas de nosotros los espectadores.
Uno de los méritos de la obra del dúo Medialuna, es su experimentación en la interpretación artística del objeto ordinario, logrando un resultado interesante desde el punto de vista sensorial para el público. Sé que ellos, los artistas, disfrutan el enfrentamiento del público con sus obras, y las lecturas que surgen de ese encuentro, muchas más a veces que las ellos previeron. Esperemos que la situación actual, permita reabrir las puertas a esta exposición que quedó suspendida en el tiempo, como una habitación de un campesino, ahí en el umbral de la montaña.