27.06.2020
Galería Virtual (Redes sociales)
Pocos meses han pasado desde que producto a la pandemia, la totalidad de los espacios físicos expositivos se vieron forzados a cerrar y los artistas, galeristas, curadores y críticos vieron la necesidad urgente de reorientar su trabajo hacia nuevas plataformas, las redes sociales. Como nunca, estos sujetos del arte han tenido la atención cautiva de miles de personas que por el confinamiento ahora ocupan su mayor parte de tiempo en “navegar” por la web e interactuar en las redes sociales, que hoy son el nuevo espacio de interacción del “público en sí” de las anteriores inauguraciones de exposiciones, por delimitar un sector de la población.
El uso de Instagram (plataforma por excelencia para el arte) ha creado una nueva cultura visual de las exposiciones, en ocasiones tomadas a través de los teléfonos inteligentes y compartidas por aquellos que quieren dejar un recuerdo o utilizada profesionalmente por los artistas y curadores para potenciar el interés por la misma o con un diseño profesional de especialistas y galeristas para promover la visita o hacer agua la boca de coleccionistas y compradores potenciales… todo es válido cuando se trata establecer un diálogo más cercano con el arte.
Otro aspecto importante mi criterio es la democratización de la cultura con el empleo de las redes sociales. Para nadie es secreto que el arte, las galerías, las exposiciones, son “elitistas” si quisiéramos definirlo sin ser peyorativos. Esta transformación está afectando directamente al consumo de productos culturales y, por lo tanto, al acceso al arte y a la cultura desde cualquier perspectiva, re-versionándose las formas por las cuales las personas se relacionan y consumen arte.
En 2020 se han incrementado las exposiciones online o virtuales, como se denominan igualmente, con variaciones en la tecnología de soporte (ambiente web, modelaje 3D, scroll, entre otras) algunas como “Faces of Frida” en el Victoria & Albert Museum, “Infinity Mirror Room” de Yayoi Kusama que se presentó en el Louis Vuitton Foundation en París, más cercanos a nosotros fue la propuesta de Wilfredo Prieto en Galería Habana con “Fakes News” o “Vientre” de las artistas Lidzie Alvisa y Alicia Rodríguez madre e hija o la más reciente “Horizontal” curada por Luis Enrique Crespo.
Todas gozando con una popularidad impactante por el pensamiento que detrás tuvieron, y la selección de las piezas y la estructura de presentación digital (elemento este indispensable, pues las obras salen del espacio físico y ahora su distribución “espacial” depende de la plataforma escogida). Con un eje central que permite que el espectador se ubique en los motivos de la exposición… sin dudas más que nunca, la curaduría de estas exposiciones juega un papel decisivo. En una galería online no hay especialista que te pueda esclarecer dudas o dialogar con el artista en el momento de la inauguración para encontrar ese fino hilo invisible que une una obra con otra para lograr esa armonía que es la quinta esencia de una exposición, ya sea personal o colectiva.
Recientemente, se presentó en las redes la exposición “Distancias conectadas” promovida por la Galería “Transeuntes”, iniciativa que busca presentar obras de varios artistas (de estilos variados, generaciones distintas, temáticas de piezas variadas, fechas de producción desde 1978 hasta 2020).
Se agradece la calidad de los artistas que se sumaron a la muestra, así como las piezas que forman parte (no conozco si la selección de 5 obras por cada artista responde a la búsqueda de un equilibrio visual o por igualdad en la presencia en la muestra) que sin dudas influyen en ese elemento comunicativo de las redes sociales que es la gestión de impresiones (artistas de este renombre son sin dudas un gancho para el público).
Aunque el let motiv de esta exposición, según las palabras de sus organizadores, es la unión y conexión entre los artistas que la componen a lo largo de no pocos años, me permito discursar sobre la necesidad que tiene hoy el arte cubano de estar visible en la web, a partir de la imposibilidad de estar insertado en los circuitos de arte y exposiciones por las razones obviamente conocidas, y afirmar que “estar conectado implica esencialmente estar visible”. En un mundo donde la representación “se ha desplazado de lo palpable a lo comunicable”, la visibilidad es sinónimo de inclusión. Además, quienes son los consumidores del arte dentro de unos años, los jóvenes de hoy, quienes tienen interiorizado que lo que no puede ser visto en los medios o subido a la Red no existe.
Sobre la muestra puede decirse mucho con relación a las obras y los artistas, pero en mi opinión queda mucho por trabajar en transformar el pensamiento espacial de una galería al medio digital. Por qué afirmo esto, cada red social posee sus algoritmos propios de funcionamiento, por lo que cada exposición debe adaptarse a la que escogerá.
En el caso de “Distancias conectadas” se obvia en la presentación de cada pieza o feed la utilización de hashtag a modo de leyenda en las fotografías, los cuales sirven para organizarlas agrupando aquellas que poseen algún tipo de relación. Solo se ubican los usuarios de aquellos que apoyaron la misma, cuando pudieran emplearse hashtag que logren visualización a mayor escala y con mayor alcance en la red.
Todas estas herramientas permiten una mayor visibilidad y viralidad del contenido compartido, crean un banco de imágenes digitales al cual se puede acceder sin tener que poseer una “amistad” como sí sucede en Facebook. Al igual que todas las redes sociales, el éxito de Instagram para la promoción del arte y de la cultura visual no depende solo de la plataforma en sí, sino de los usuarios, de cómo se llegue a ellos dependerá si consagran o no las obras en esta plataforma.
La audiencia de esa “exposición” serán sus seguidores, convirtiéndose en “críticos de arte” que deberán evaluar y aprobar su contenido mediante “corazones” y proveer a los artistas y la galería el mencionado feedback. Ellos tendrán la última palabra en “Distancias conectadas”.